La crisis económica hace aumentar los recelos hacia los inmigrantes
Crece la asociación de inmigración con abuso de ayudas sociales y delincuencia
La población vasca no percibe a los inmigrantes como una amenaza, pero en el último año se han incrementado sus actitudes de recelo hacia este colectivo. El último barómetro Ikuspegi del Observatorio vasco de la Inmigración, presentado ayer en Bilbao, que recoge las "percepciones y actitudes hacia la inmigración extranjera", revela que aumenta el número de personas que piensan que los extranjeros se benefician en exceso de las ayudas sociales, a la vez que se extiende el estereotipo que asocia inmigración y delincuencia. Los responsables del Observatorio achacan esta tendencia a la crisis, que está haciendo que "cada vez se vean menos los efectos positivos de la inmigración".
Del total de encuestados -unas 1.200 personas en toda la comunidad autónoma-, un 68,5% cree que los inmigrantes se benefician demasiado del sistema de protección social (un 5% más que en 2008) y un 77,1% opina que perjudican a las personas autóctonas con menos recursos (un 10,2% más que hace un año). "Se juzga con menos benevolencia la funcionalidad económica de la inmigración y se perciben más las amenazas", valoró el director de investigación de Ikuspegi, José Oleaga.
La población piensa que hay casi el triple de inmigrantes más que los existentes
Un 68,5% considera que los inmigrantes reciben demasiadas ayudas sociales
Algo menos de la mitad de la población admite que la inmigración tiene una repercusión positiva sobre la economía y un porcentaje semejante acepta de buen grado la idea de que la sociedad esté formada "por diferentes culturas, etnias y religiones" (once puntos menos que hace dos años). Pese a la relativa tolerancia hacia los extranjeros, un 79,8% considera que su número ha llegado ya al tope de lo deseable en Euskadi.
Este último indicador va unido, según explicó Xabier Aierdi, director de Ikuspegi, a "la percepción exagerada de la presencia de población inmigrante". Los encuestados estiman, como promedio, que la población extranjera es de un 17,2% del total en la comunidad autónoma, mientras que el porcentaje que arroja el padrón de 2009 es del 6,1%. "Cuando se les suministra el dato real, todavía son un 60,9% los que piensan que son suficientes o demasiados", apostilló el sociólogo.
La inmigración se sitúa en quinto puesto entre los principales problemas sociales, al igual que en informes anteriores. La menciona un 13%, por detrás del paro -el principal, señalado por el 82,2%-, la vivienda, ETA y la inseguridad ciudadana.
El director de inmigración del Gobierno vasco, Miguel Ángel González, consideró alentador que los ciudadanos no vea la inmigración "como un problema", a pesar de que en tiempos de crisis, se puede caer en la tentación de "buscar chivos expiatorios". Dicho esto, se mostró inquieto por otros datos del informe: "Llama la atención que la población piense que hay casi tres veces más personas inmigrantes de las que realmente conviven con nosotros. Pero más preocupante es la injusta y carente de rigor asociación que se hace entre inmigración y abuso de las ayudas sociales o inseguridad ciudadana".
Un 51,2% de los encuestados por Ikuspegi cree que la inmigración afecta negativamente a la seguridad pública, seis puntos y medio más que hace un año. Y, por otra parte, sólo un 3,5% de los ciudadanos piensa que los inmigrantes pagan más impuestos de lo que reciben en ayudas sociales, como efectivamente sucede. Los porcentajes de partidarios de que los inmigrantes -o sus hijos- disfruten de la sanidad o educación públicas caen unos cinco puntos y se sitúan, respectivamente, en el 66,7 y el 59,7%. "La percepción de que se benefician demasiado de la protección social es un estereotipo que se va hinchando con los años y no se ajusta a la realidad", señaló Oleaga. En 2006, cada inmigrante aportó 1.097 euros más que cada persona autóctona, según datos del Gobieno vasco.
El informe presentado ayer apunta también a un descenso de la tolerancia hacia la inmigración. Aumentan los que creen que los inmigrantes deben esforzarse en adoptar las costumbres y tradiciones autóctonas para ser totalmente aceptados (de un 79,4% a un 85,4%) y los que no creen que haya que esforzarse por comprender las costumbres de los recién llegados suman el 56%. "En comparación con años anteriores", explica Aierdi, "la población se muestra menos tolerante". "Va ganando terreno", añade González, "la idea de que hay que integrar a los inmigrantes mediante la asimilación cultural, pero el trabajo ha de ser bidireccional". En todo caso, la población vasca no siente amenazada su identidad cultural por la inmigración. Sólo un 22% piensa que podría frenar el desarrollo del euskera y un 20,6%, las aspiraciones del nacionalismo.
Sobre la entrada de trabajadores extranjeros, el 83,2% dejaría entrar a todos los que tuvieran arreglado un contrato previamente, un 3,9% no aceptaría a ninguno y un 10,4% no pondría ninguna restricción. Paradójicamente, este último porcentaje crece casi un punto y medio desde el último informe.
Derechos e inmigración
- Asistencia sanitaria.
La encuesta muestra que un 66,7% de la población es favorable a que todos los inmigrantes la reciban y un 32,1% sólo a los regularizados.
- Educación.
Un 37,5% cree que sólo debería escolarizarse a los hijos de los regularizados.
- Asistencia jurídica.
Un 60,6% cree que debería ofrecerse sólo a los inmigrantes 'con papeles'.
- Ayudas sociales.
Un 59,5% piensa que hay que dárselas sólo a aquellos extranjeros que se encuentran en situación regular.
- Reagrupación familiar.
Un 18,6% se la concedería también a los regularizados.
- Viviendas protegidas.
Un 20% no se la concedería a ningún inmigrante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.