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A la ciudad de Chicago le sale un grano en Suiza

Daniel Verdú

Thomas Tresser, ciudadano de Chicago, no quiere que su ciudad se lleve los Juegos. Ni en broma. Por eso, él y sus dos colegas se han cogido un avión y se han traído 10 enormes cajas de cartón. Dentro hay unos 100 dossiers de más de un centenar de páginas cada uno que, bajo el título de No games Chicago, contienen los motivos por los que, según ellos, los miembros del COI tienen que rechazar la candidatura. El enemigo en casa. Raro, ¿no?

Pues según él, no tanto. Su asociación (www.nogameschicago.com), que dice luchar por los derechos humanos, el medioambiente y la vivienda, considera que la ciudad no puede acoger a tanta gente. Que, además, los presuntos Juegos están generando una gran corrupción urbanística. Y asegura que tres de cada cuatro vecinos de Chicago no quieren que se celebren ahí. Que todo el asunto es una barbaridad. Y todo eso, dicen, han de saberlo los miembros del COI antes de asistir a la ponencia de la candidatura estadounidense.

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Y tuvieron suerte porque, justo cuando entraban en la sede del COI, les pillaron medios de comunicación de medio mundo. Dicen que tienen el apoyo de unas 2.000 personas. Así que no parece suficientemente potente como para contrarrestar el efecto que tendría si Obama asistiera el 2 de octubre a Copenhague al nombramiento de la sede de los Juegos. En cualquier caso, tiene mérito. Porque, según cuentan, todos los gastos los ha pagado Thomas de su bolsillo.

Pero este tipo de rechazo no es nuevo en las aspiraciones olímpicas de las candidatas. Tokio, otra de las ciudades que ambicionan el evento, también tiene un movimiento parecido que ya interpeló a los miembros del COI durante su visita a la capital nipona. Lo mismo sucedió con la candidatura de Londres hace cuatro años y, sin embargo, será la anfitriona en 2012.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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