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El peso del ladrillo lastra a las cajas

Penaliza la posición en el mercado financiero y la cotización de participaciones

Miquel Alberola

La vinculación inmobiliaria y el incremento de la morosidad, derivado del fuerte desempleo, deterioran los activos de las cajas de ahorro valencianas. La apuesta que las entidades hicieron por el fulgurante sector del ladrillo está pasando factura en medio de una crisis sin precedentes. El activo inmobiliario ha dejado de ser un respaldo para las operaciones financieras y se ha convertido en un inquietante lastre. Tanto CAM como Bancaja se sitúan por encima de la media española en la tasa de inmuebles comprados y adjudicados sobre el total del crédito (1,6). Y también en morosidad e inmuebles comprados y adjudicados en proporción al total del riesgo (5,3). Con 1,7-5,8 y 2,0-5,7, respectivamente.

La agencia de calificación crediticia Moody's acaba de consignar el lastre del ladrillo en su última revisión. Bancaja y CAM ven rebajada su fortaleza financiera de C (adecuada) a D- (débil), mientras que el Banco de Valencia desciende de C- a D-, nivel a partir del cual algunos especialistas consideran que se hace necesario apoyo externo como el que prepara el Gobierno en el inminente fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria. Pese a ello, las dos cajas valencianas siguen teniendo una posición de buena calidad respecto a la deuda a largo plazo, aunque descienden de A2 a A3. El Banco de Valencia, por su parte, retrocede de A3 a baa1 (calidad satisfactoria).

Distintas fuentes consultadas reconocen que la rebaja estaba en el guión, dada la criminalización que padece el sector inmobiliario en Europa y la implicación de las entidades valencianas en el sector, aunque no tiene ningún impacto en la solidez de la entidad para los clientes. Con todo, sí tiene consecuencias para las entidades. Una de ellas es la penalización que sufre su posición en el mercado financiero internacional para captar liquidez. Aunque ahora está cerrado y sólo se puede acudir con el aval del Estado como consecuencia de la débil situación financiera, las entidades, en caso de necesidad, tendrían que pagar más caro el dinero, lo que reduciría su competitividad.

Pero también las emisiones de deuda, a las que están recurriendo, se ven afectadas en su cotización, ya que toda rebaja de calificación alerta al comprador. La rentabilidad de las participaciones no representa una parte del capital de la entidad, sino que está en función de sus resultados. Bancaja, que acaba de cerrar una emisión de participaciones subordinadas, baraja hacer otra de preferentes, mientras que el Banco de Valencia tiene 170 millones de euros en preferentes. También la CAM acaba de poner en marcha una emisión de participaciones preferentes por un importe de 450 millones ampliables a 850 millones.

¿Apoyo externo? No, de momento

Fuentes de Bancaja, CAM y Banco de Valencia coincidieron ayer en rechazar que estuvieran en necesidad de recibir apoyo externo tras la rebaja de su fortaleza financiera, como consideran algunos especialistas. "Son solo opiniones", estimó una de las fuentes consultadas. Sin embargo, la CAM dejó abierta una ventana: "No, de momento, aunque si todas las entidades van a tenerlo, nosotros también lo queremos, ya que estamos en inferioridad de condiciones respecto a la banca extranjera".

Pero las condiciones que pueda comportar el apoyo externo no son las más deseables para las entidades valencianas, ya que las inyecciones de capital se producirían en forma de cuotas participativas con derechos políticos, lo que implicaría el control del Estado, y por consiguiente la reestructuración que impusiera, hasta que estuvieran en condiciones de devolver las ayudas. Fuentes de la CAM aseguraron que, más que apoyo externo, "si llega el caso", lo que haría la entidad es "liderar una fusión". Por su parte, fuentes de Bancaja desecharon que la entidad se esté planteando ninguna alianza.

Las tres entidades quitaron hierro al descenso en la clasificación y lo enmarcaron en la situación general de crisis que está viviendo la economía. Subrayaron que hay otras 27 entidades en España en la misma situación y apelaron al vigor de su core capital. Descartaron que comportara implicaciones en la gestión y minimizaron la penalización en la captación de liquidez en el mercado internacional en un momento en que empiezan a "no necesitarlo" y, además, se encuentra cerrado y "de poco sirve".

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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