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Reportaje:Otra cumbre para el deporte español

El entrenador de almas

Jackson, que logra el récord de 10 títulos, ha exigido a Gasol mejorar en el rebote y la defensa

Robert Álvarez

Phil Jackson da para mucho más que una reseña estadística. Acumula 10 títulos y es el entrenador que más ha ganado en la historia de la NBA: más de la mitad de los que se han disputado en los últimos 18 años. Con el de ahora, el cuarto con los Lakers, ha roto el empate a nueve con el legendario Red Auerbach.

Poco antes de fallecer, a Auerbach, el mito del banquillo de los Celtics, se le ocurrió criticar a Jackson por los mismos motivos por los que muchos ponen reparos a su reputación. Siempre ha contado con primerísimas figuras, como Michael Jordan y Scottie Pippen cuando ganó seis títulos con Chicago Bulls y como Shaquille O'Neal y Kobe Bryant cuando ganó los tres primeros con los Lakers, pero nunca ha sido capaz de construir un equipo, le reprochan. "Simplemente", respondió, "deseo que, a su edad, alguien me quite el puro de la boca y me ponga una máscara de oxígeno para permitirme respirar mejor y pensar con claridad". La pulla data de 2003 y demuestra la capacidad corrosiva de Jackson, que urdió el juego verbal jugando con los famosos puros de Auerbach, fallecido tres años después, a los 89 años.

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Gasol se gana la eternidad

Philip Douglas Jackson nació el 17 de septiembre de 1945 en Deer Lodge (Montana, Estados Unidos), hijo de dos ministros de la iglesia evangélica. No vio su primera película hasta los 17 años y no le permitieron asistir a los bailes del instituto. Es padre de cinco hijos, cuatro de un primer matrimonio. Ahora está casado con Jeanie Buss, vicepresidenta de los Lakers e hija del dueño.

Fue jugador de los Knicks, con los que ganó dos títulos, uno de ellos lesionado, y de los Nets, en los que se retiró y empezó como entrenador. Él mismo cuenta lo difícil que fue para él persuadir a Jordan de que le necesitaba para crear un equipo campeón y poner en práctica el célebre triángulo en el ataque ideado por Tex Winter. Lo consiguió y logró los seis primeros anillos a partir de 1991.

Años después, fichó por los Lakers, en los que se encontró con Bryant, un fenómeno inmaduro y rebelde, y O'Neal. Después de los tres títulos obtenidos desde 2000 hasta 2002, la cohabitación de las dos figuras se hizo imposible y Shaq fue traspasado a Miami, donde ganó el anillo en 2006. Jackson y Kobe se quedaron en los Lakers con la asignatura de ganar títulos sin O'Neal. Jackson llegó a escribir que Bryant era un jugador uncoachable, imposible de entrenar. Y eso, pese a que su asistente, Brian Shaw, le define como "el entrenador más paciente que hay". Lo demuestra en los tiempos muertos. Para desesperación de muchos, no es muy dado a pedirlos y, cuando lo hace, apenas se dirige a sus jugadores.

La relación entre Jackson y Kobe ha mejorado desde que llegó Gasol, hace temporada y media. Hasta el punto de que Bryant dice que no se ve con otro entrenador. Se cuenta en el vestuario que Jackson empatiza con Gasol. Pero eso no le impide exigirle al máximo. Otro ayudante, Kurt Rambis, lo revela. "Jackson ha gritado esta temporada más a Gasol que a ningún otro jugador al que yo pueda recordar. Ha trabajado a fondo con él, retándole constantemente a mejorar, a rebotear y defender con más dureza".

También conocido como el Maestro Zen, ha escrito cinco libros. En la autobiografía Maverick, explica con detalle sus experiencias con las drogas, incluido el LSD, cuando era jugador. A sus 64 años, Jackson batalla con una fascitis plantar crónica y ha sido operado de ambas caderas, por lo que en el banquillo se sienta en una silla más alta de lo normal y en ocasiones usa un bastón. ¿Cuál es su motivación para continuar? Eso es lo que habrá que ver, puesto que tiene una opción para acabar su contrato, de 12 millones de dólares (8,7 millones de euros), la próxima temporada. Uno de los jugadores que mejor le conoce es el veterano base Fisher: "Nunca sobreactúa. Utiliza su voz, sus silbidos, su autoridad, todo..., con moderación. Eso hace que estés receptivo. Pero algo está claro: nada de lo que hace o dice deja de ser premeditado". Palabra del capitán de los Lakers.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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