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Columna
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Revolución merengue

Ayer se cumplieron 53 años. El 13 de junio de 1956, el Real Madrid ganó en París la primera edición de la Copa de Europa (ahora llamada Champions). En aquella ocasión obsequió con un 4-3 al Stade de Reims. Los merengues volvieron a conseguir el trofeo los cuatro años siguientes. Fueron los tiempos de Di Stéfano, Puskas, Gento, Santamaría y demás, que ya eran galácticos antes de que se aplicara ese adjetivo al balompié.

Coincidiendo con el aniversario, en el Madrid se está fraguando una revolución de campeonato, una revolución ilustrada, como la del XVIII francés, con aromas de Voltaire y Rousseau. El mecenas es un mercader de Venecia que no procede de Italia, al parecer, pero que es sin duda alguna Florentino. Maquiavelo también era de allí y, como todo el mundo sabe, sabía demasiado. Con tan prestigioso y florido nombre, no es extraño que se haya apresurado a rodearse de intelectuales. Ha nombrado director general del club y adjunto a la presidencia al argentino Jorge Valdano, bien conocido por estos pagos. Además de su extraordinario palmarés deportivo, Valdano, inventor del "miedo escénico", es un notable escritor. Ahí están, por ejemplo, Sueños de fútbol, Cuentos de fútbol o El miedo escénico y otras hierbas. Valdano es un futbolista departiendo en los salones del Siglo de las Luces. Recuerdo haberle visto hace años indagando con mucho interés en la exposición organizada por la Biblioteca Nacional sobre la Biblioteca de Borges, con María Kodama al fondo. Y si darse ningún interés, con naturalidad.

Miguel Pardeza, nuevo director deportivo, otro tanto de lo mismo. Jugaba al fútbol con lucidez y entrega. Y le dio tiempo a hacer dos carreras: Derecho y Filosofía y Letras. También le ha quedado tiempo y pasión para publicar ensayos sobre Borges, Bioy Casares o Roso de Luna. Hay mucha gente que alucina con este gran deportista.

Si a los citados añadimos a Zinedine Zidane, nuevo asesor presidencial, la trilogía se convierte en tetralogía. No es conocido por el público como intelectual, sino como un caballero elegante que jugaba al fútbol como Dios, a pesar de aquel sincero cabezazo. Zizou es solidario eficaz con la Cabilia argelina de sus ancestros. Hay que aumentar la estrategia con un chileno, Pellegrini, que llevó hasta cimas inalcanzables al "submarino amarillo", el Villarreal. Los chilenos saben mucho. Son la primera democracia suramericana.

Ya sólo falta que el Madrid nombre director espiritual con amplios poderes fácticos al escritor Javier Marías. Tiemblan las Ramblas. Y el vestuario.

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