De Dortmund a Lemona
El Alavés se hunde acuciado por las deudas y lastrado por la herencia de Piterman
El equipo que más goles (36) anotó en una edición de la Copa de la UEFA, el único en la historia de la competición capaz de colarse en la final el año de su bautismo, militará el próximo curso en Segunda B. Será así en el mejor de los casos, si el club, sometido a administración concursal, se las ingenia para evitar otro descenso, el administrativo, ése que cada 31 de julio arrastra a quien no satisface la deuda contraída con sus futbolistas. El Alavés, que hace ocho años, en el Westfalestadion de Dortmund, disputó la final de la UEFA con el Liverpool (ganaron los ingleses 5-4, en el minuto 177 de la prórroga, contra nueve y con un gol de oro anotado por Geli en propia meta), actuará tras el verano en escenarios menos monumentales y poéticos.
Semejante desastre es la consecuencia de la deriva deportiva, económica y social que adoptó El Glorioso cuando Gonzalo Antón, el hacedor del milagro alavesista, dejó la entidad en manos de Dmitry Piterman. Ocurrió en 2004. Tres años después, la presión social, política y judicial obligó al ex atleta ucraniano a poner pies en polvorosa. Tarde. Cuando Fernando Ortiz de Zárate, empresario vitoriano, cabeza visible de un grupo inversor, abonó a Piterman tres millones de euros por su 51% de las acciones, no podía sospechar que las deudas de las arcas de Mendizorroza fueran de 25 millones de euros.
"Hay que empezar de cero"
La época más gloriosa del Alavés expiró ayer, día en el que apenas 4.800 aficionados arroparon a su equipo en su anunciado vía crucis. Su negro presente y su incierto futuro arrancan mañana. "Hay que limpiar el club de arriba abajo, empezar de cero, olvidarnos de Piterman, de los 600.000 euros que se ha llevado Astudillo [único superviviente de la final de Dortmund, pitado ayer por la grada]", proclama Ortiz de Zárate, enfrentado con el diputado general, el peneuvista Xabier Agirre. Esta riña no es accesoria, pues la Diputación es el primer acreedor del Alavés (10,7 millones). El descenso a Segunda B hará que en adelante la austeridad sea dogma de fe. El presupuesto pasará de ocho a dos millones de euros, y el costo de la plantilla, de 4,5 millones a uno, con un tope salarial de 120.000 euros. Javi López, el técnico, no seguirá. "No podemos pagarle", justifica el presidente. De los 24 jugadores en nómina, apenas continuarán ocho.
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