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Reportaje:

Música lejos de los misiles

Trece niños israelíes conviven con alumnos del instituto Arturo Soria

Una pegatina en la solapa con el nombre y la bandera del país. Era la única forma de identificar a los 13 niños israelíes que ayer visitaban el instituto Arturo Soria. Por lo demás, pocas diferencias: camisetas de marcas deportivas, las zapatillas de moda, mochila al hombro y algún chico con pendiente dorado. El grupo se mezclaba fácilmente en el centro, donde el 30% de los 270 alumnos son extranjeros.

La mañana estuvo llena de talleres de percusión, baile y canto. La idea era que la música sirviera de lenguaje, sin intérpretes de por medio. "Actividades donde todos empiezan de cero y pueden interrelacionarse como iguales", explicaba Shoshi Israeli, de la organización, "así cogen confianza para luego hablar de temas más serios". Tan serios como el día a día de los niños judíos, que viven muy cerca de la frontera con Gaza y sufren el envío de misiles. "Un día normal son cinco, uno malo puede haber 50", explicaba Berta, de 14 años.

Pero hubo tiempo para hablar de todo. "Les he preguntado por su instituto", contaba Tomas Tiraboschi, alumno argentino de 15 años. "Hemos pasado una mañana diferente sin hablar de problemas políticos", resumía antes de aclarar que sabe "lo justo de lo que pasa allí". Los que venían de allí, de Israel, lo hacían con ganas de hablar con naturalidad de su vida. "Lo primero que quería ver de España era el recibimiento de la gente. Que esté dispuesta a escucharnos", decía Ram, de 14 años.

La visita al centro se enmarca dentro de un viaje de una semana por España, organizado por la Casa Sefarad. El grupo va a ver también Toledo y Valencia. "Y el Bernabéu", decía otro niño emocionado por estar en el campo de su equipo. "Conocen todos los equipos de fútbol", se sorprendía Andrés Mauricio, colombiano de 16 años que lleva dos en España. Él les había preguntado directamente por su conflicto, "por curiosidad", y les contó las dificultades que también se viven en su país. "Ellos tienen miedo de lo que les pueda pasar a sus familias, en Colombia también hay cosas... pero esto es muy fuerte, me ha impresionado". Mientras Andrés hablaba, el resto de compañeros manchaban sus pies de colores para pintar un mural que sirviera de recuerdo de la visita. Y para terminar, cada uno presentaba un regalo que hubiera traído y explicaba su significado. Una rama de olivo, mate argentino, café colombiano...

Los 18 alumnos del instituto que participaron en la jornada de intercambio cursan la asignatura optativa de Historia y Cultura de las Religiones. Pero todos los adolescentes del Arturo Soria están muy informados sobre el judaísmo o su historia. "Colaboramos en un proyecto para recuperar la memoria del Holocausto", explicaba la directora, Rosario de Paz Blanco, "para educar en valores y solidaridad". Quizás la mañana de convivencia sirviera para borrar la impresión que traían los adolescentes judíos. "Aquí no sale que nosotros también sufrimos", se quejaba Tom, una niña de 11 años que vive en un Kibutz a escasos metros de Gaza. "Vemos manifestaciones contra Israel mientras yo tengo que dormir en un colchón en el suelo del búnker porque están tirando misiles".

Un grupo de alumnos pinta con los pies un mural conmemorativo de la visita.
Un grupo de alumnos pinta con los pies un mural conmemorativo de la visita.CARLOS ROSILLO
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