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ELECCIONES EUROPEAS

El fracaso socialista abre una nueva etapa en la construcción europea

La evolución del voto a la izquierda ha seguido la misma senda descendente que la participación electoral - El PPE ofrece una gran coalición en la Eurocámara

Andreu Missé

El descalabro sufrido el domingo por los socialistas en las elecciones a la Eurocámara deja el destino de la Unión Europea en manos de los conservadores en plena crisis económica e institucional. Las elecciones abren una nueva etapa en la construcción europea marcada por el alejamiento de los ciudadanos del proyecto de la UE. Los partidos conservadores, agrupados en el Partido Popular Europeo (PPE) y el nuevo grupo parlamentario de los tories británicos, sumarán más de 320 escaños en el Parlamento de Estrasburgo, situándose en una posición óptima para decidir los nombramientos de los futuros dirigentes de la UE. El primero, el de José Manuel Durão Barroso para un nuevo mandato como presidente de la Comisión Europea. La izquierda ha sido incapaz de articular un discurso europeo frente a la crisis que movilizase a sus votantes. En Reino Unido ha sufrido una derrota histórica.

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La evolución del voto socialista ha seguido la misma senda descendente que la participación. En las cuatro primeras elecciones al Parlamento europeo, entre 1979 y 1994, los socialistas se alzaron con la victoria y la participación estuvo siempre por encima del 55%. El giro se produjo hace 10 años, con la primera victoria del Partido Popular Europeo (PPE) y con una participación debajo del 50%. Esta tendencia se ha ido profundizando hasta que el pasado domingo el hundimiento situó la participación al nivel más bajo de su historia, 42,94%, arrastrando al PSE a la catástrofe con el 21,9% de los votos.

Los resultados han puesto de relieve que los socialistas han sido incapaces de formular una estrategia europea propia frente a la grave recesión económica. Al no proponer soluciones propiamente europeas en los momentos más difíciles de la crisis y ni siquiera un candidato para la presidencia de la Comisión para enfrentarse a Barroso, elegido por la derecha, el debate se ha desarrollado en los escenarios nacionales, donde los discursos con acento nacionalista han sintonizado más con los ciudadanos.

Con sólo un 21,9% de los votos, el PSE se encuentra más cerca de los liberales (10,9%) que del PPE, (35,7%), que aventajan con 100 diputados a la segunda fuerza. El PSE se reunirá el próximo viernes para analizar lo ocurrido y "reflexionar". Ayer su presidente, Poul Nyroup Rasmussen, reconoció que el resultado "ha sido decepcionante", pero lo atribuyó a que "los votantes [socialistas] simplemente no vieron la relevancia de estas elecciones". A pesar de la debacle, Rasmussen, se opuso a los que "anuncian una profunda crisis del socialismo europeo". A su juicio, "los ciudadanos europeos todavía dependen de los valores democráticos y del trabajo decente y este no es el momento de desmantelar nuestros Estados de bienestar".

En realidad, el avance de los conservadores se ve enmascarado, por la deserción de los tories. El partido de David Cameron aspira a formar un nuevo grupo propio en la Eurocámara que podría contar con 60 diputados. A él se unirían los checos del ex primer ministro Mirek Topolanek, los polacos de Ley y Justicia, de los hermanos Kacyznski, y otros cuatro pequeños partidos. Con ellos los conservadores pueden acumular hasta 320 diputados, pero todavía lejos de la mayoría absoluta de 369 diputados.

Desde una posición más cómoda, el presidente del PPE, el belga Wilfried Martins, ofreció ayer una "gran coalición", a los socialistas y a los liberales porque considera que "hace falta una mayoría en el Parlamento Europeo, porque a pesar de nuestro éxito, ningún grupo político tiene la mayoría absoluta y hace falta negociar". El PPE quiere negociar porque quiere acelerar el nombramiento de Barroso, como presidente de la Comisión Europea.

El Consejo Europeo, que se reúne los próximos 18 y 19 de junio, no está por decidir todavía su nombramiento oficial hasta que no se despeje el futuro del Tratado de Lisboa en manos de los irlandeses. Los más reticentes a acelerar estos trámites son el presidente francés, Nicolas Sarkozy, los liberales y los Verdes. Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, que junto con Silvio Berlusconi, han sido los grandes triunfadores del pasado domingo, se reunirán hoy para preparar la próxima cumbre.

Graham Watson, presidente de los liberales, evocó ayer la posibilidad de "una coalición de tres partidos", en la que participaran el PPE, los liberales y los socialistas. Pero en su opinión se trataría de "encontrar una alianza de centro-derecha para gestionar el Parlamento". "Lo que yo veo sería una alianza ideológica y política, más que un acuerdo técnico como se ha conocido en el pasado", advirtió. Liberales y conservadores juntarían más de 340 diputados.

Lo liberales estarían dispuestos a compartir la presidencia de la Eurocámara con el PSE, de la misma manera que en la legislatura pasada lo hicieron el socialista Josep Borrell y el democristiano Hans Gert Pöttering. El acuerdo enfurecería a los conservadores polacos de Donald Tusk, que han tenido un excelente resultado, y a los italianos de Berlusconi que también aspiran a la plaza.

La oposición al nombramiento de Barroso más firme proviene de los Verdes, encabezados por Daniel Cohn-Bendit, y cuyo grupo ha registrado el aumento de diputados más notable hasta los 52 escaños. El objetivo de Cohn-Bendit es "crear la mayoría suficiente en el seno del Parlamento europeo con el fin de impedir que Barroso desempeñe un segundo mandato", Para ello están dispuestos a negociar con los socialistas, liberales y la izquierda unitaria, grupo que también registró un significativo descenso al pasar de 41 a 33 diputados.

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