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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Gerard Jean-Just, el Luther King de Haití

Luchó por los derechos civiles de sus compatriotas

El sacerdote católico Gerard Jean-Just fue en tiempos una especie de Martin Luther King de los derechos civiles en Haití y también en Estados Unidos. Menos negro que King, pero con el mismo temperamento dialéctico y la misma pasión política (en el mejor sentido aristotélico del término), Jean-Just no desmerece de los otros clérigos que en la segunda parte del siglo pasado pusieron en pie de protesta a las masas con sus prédicas.

El Vaticano nunca le desautorizó del todo, como había hecho antes con el colombiano Camilo Torres o el primer presidente constitucional de Haití, el ex salesiano Jean-Bertrand Aristide. Los tres fueron pioneros en el movimiento bautizado más tarde como teología de la liberación. Jean-Just murió el 24 de mayo en Miami (Estados Unidos) a los 62 años, como consecuencia de un derrame cerebral.

Fue en Florida donde Jean-Just se hizo famoso luchando por los derechos civiles de la comunidad emigrante de su país. El sacerdote, nacido en Cavailon (Haití), llegó a EE UU a finales de la década de 1970 y creó en Miami un centro de acogida para haitianos desfavorecidos.

No era un sacerdote conformista, que limitase su apostolado a predicaciones u obras pías. Pronto adquirió fama de líder espiritual y se granjeó el respeto por su lucha incansable en favor de los indocumentados que llegaban a EE UU. Alguna prensa le consideró entonces por ello el Martin Luther King de la lucha por los derechos de los haitianos.

Esa fama le impulsó a regresar a su país a principios de 1990, para respaldar al presidente Jean-Bertrand Aristide, también sacerdote católico (de la orden salesiana), que en aquellos momentos se encontraba exiliado en Suráfrica tras un golpe de Estado que lo echó de la presidencia. Jean-Just unió entonces su suerte a la de Aristide, pese a ser dos temperamentos muy distintos, incluso ideológicamente. Aristide, expulsado de la orden salesiana en 1988 acusado de "incitar al odio y la violencia" con sus predicaciones, tenía pasión de mando y era un combatiente revolucionario; Jean-Just, matizado por décadas de trabajo social en Florida, era, en cambio, un predicador del diálogo y la democracia.

Pese a sus recelos, Jean-Just se implicó en la defensa de Aristide, tanto cuando éste estuvo en el poder como cuando acabó depuesto por sus antiguos aliados. También trabajó como cura en el paupérrimo suburbio de Cité Soleil (en la capital Puerto Príncipe), un reducto de poderosas bandas criminales. El sacerdote llegado de Florida, predicador pacífico, estuvo detenido varios meses, acusado de conexiones con el asesinato de un periodista. Los cargos fueron desechados más tarde. Nunca se recuperó del todo de aquella amarga experiencia. Sus muchos partidarios lo lamentarían cuando intentaron presentar su candidatura a las elecciones presidenciales de 2006, estando preso todavía.

Jean-Just regresó más tarde a Miami, donde ha fallecido sin ver cumplido su sueño de amigar el destino de Haití al de su antiguo ocupante, Estados Unidos. Descubierta con el nombre de La Española, Haití fue colonia francesa desde 1697 hasta 1804, cuando se convirtió en el primer país independiente latinoamericano, la primera república negra del mundo y el primer imperio poscolombino del hemisferio. Pero, entre 1915 y 1934, el país estuvo ocupado por EE UU, que sustentó más tarde a criminales dictadores durante décadas. Sin la experiencia de esa siniestra etapa, Gerard Jean-Just, como Jean-Bertrand Aristide, hubieran sido nada más (y nada menos) que unos curas católicos comprometidos. Las tragedias de su país fueron también su tragedia.

Jean-Just hace campaña por Rene Preval en 2006.
Jean-Just hace campaña por Rene Preval en 2006.ASSOCIATED PRESS

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