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Un equipo en pleno rodaje

La 'mesa de camilla' de Griñán empieza a andar con otro estilo de comunicación

Lourdes Lucio

En política, una mesa de camilla es aquella en la que se sienta el núcleo de personas que, por los cargos orgánicos e institucionales que ocupan, está más cercano al jefe del Gobierno. Durante 19 años, por la mesa de camilla de Manuel Chaves han pasado más de una veintena de personas. El fin es el mismo: la coordinación entre el Gobierno, el grupo parlamentario y el PSOE para unificar mensajes. Son reuniones en las que no hay un patrón común ni un orden del día concreto, sino que se abordan temas de actualidad para lograr que desde los tres ámbitos de decisiones se reme en la misma dirección. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, ha formado ahora un nuevo equipo que se halla en pleno rodaje, con personas con perfiles muy distintos de los anteriores y donde, según ven algunos, hay "disfunciones lógicas" a la hora de comunicar la posición del Gobierno andaluz aunque otros aseguran que, "por ahora", no hay un problema de comunicación.

"Pretender que la comunicación funcione igual es imposible"
"Se ha decidido fortalecer la coordinación del Gobierno"
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A este equipo se han incorporado el consejero de la Presidencia, Antonio Ávila; la consejera de Economía y Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, y el portavoz del Gobierno, Manuel Pérez Yruela. Ocasionalmente, también están el viceconsejero de la Presidencia, Antonio Lozano, y la jefa del Gabinete de la Presidencia, Rosa Castillejo. Todos ellos, salvo Pérez Yruela, eran altos cargos de la Consejería de Economía que dirigía Griñán. En este grupo se mantienen, por parte del partido, el vicesecretario general del PSOE y consejero de Gobernación, Luis Pizarro; el secretario de Organización, Rafael Velasco; la presidenta del Parlamento, Fuensanta Coves, y el portavoz del grupo socialista, Manuel Gracia.

El principal cambio, además del de Griñán, es el del consejero de la Presidencia, Antonio Ávila. Sobre él recae la misión de ser la voz del Ejecutivo, la de conectar lo que se hace y decide en el Consejo de Gobierno, la de dar la respuesta política más inmediata a los asuntos de actualidad y la de coordinar a todos los departamentos de la Junta, un aspecto en el que puso especial énfasis en una reciente comparecencia parlamentaria.

En el mes y 14 días que lleva en el cargo, Ávila no se ha prodigado apenas en aparecer como la cara del Ejecutivo. Sus respuestas ante la prensa son cortas, más bien monosilábicas y, por el momento, no ha bajado al barro, un lugar en el que muchas veces se escenifica la política andaluza. Al revés, en vez de subir el tono, lo baja. Ha dedicado su tiempo y esfuerzo al trabajo interno para concertar las acciones de las consejerías, una misión "elemental e importante", opinan dirigentes del PSOE, que "ha mejorado" desde que Ávila ocupa el puesto de consejero de la Presidencia.

Ese es el lado positivo del cambio, pero aún está por cubrir o descubrir su capacidad para hacer oír la voz del Gobierno. Ávila se encuentra además con un hándicap no buscado: el de su comparación con el que fue su antecesor en el cargo y ex vicepresidente político, Gaspar Zarrías, un político de raza, de 24 horas, de rotos y descosidos, una especie de farmacéutico de guardia andante, disponible para fijar posiciones sobre temas de cualquier asunto. "Gaspar, ¿qué voy a hacer yo los fines de semana?", le preguntó un periodista de una emisora de radio cuando se conoció su marcha a la secretaría de Estado de Coope-ración Territorial con Manuel Chaves.

"El equipo que ha elegido Griñán es muy nuevo, no se ha metido en las peleas, en los líos y está claro que hay otro estilo de comunicación", afirma un miembro del Gobierno que, como casi todas las personas que han hablado con este periódico, no ven "por ahora" un problema de comunicación, aunque sí perciben un indefinido "runrún" acerca de la capacidad de transmitir del nuevo Ejecutivo.

"En el anterior Gobierno, la comunicación estaba bien cubierta y a lo mejor no tan bien la coordinación y eso se ha decidido fortalecer. Es un modelo distinto y por los perfiles y estilos no cabe pensar que sea igual que el anterior", afirma otro consejero.

Una tercera persona apostilla: "Pretender que los mecanismos de comunicación funcionen exactamente igual es imposible, porque son personalidades completamente distintas".

También es nuevo en esta tarea el portavoz, Manuel Pérez Yruela, ex director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA), un prestigioso sociólogo e investigador y un hombre muy conversador. Yruela no está curtido en la briega diaria con los medios de comunicación como sí lo estaba su antecesor, el periodista Enrique Cervera, y le falta entrenamiento pero, en opinión de las personas consultadas, "tiene una visión horizontal muy útil". En las reuniones del Consejo de Gobierno "no sólo interviene sino que aporta".

Otra de las incorporaciones es Carmen Martínez Aguayo al frente de Economía, a la que Griñán tuvo que convencer para que diera el salto al primer escalón desde la viceconsejería. Aguayo, como Ávila, tiene un perfil técnico más que político. Es una mujer práctica, a la que no le gusta perder el tiempo y a la que tampoco se la ha escuchado mucho en un momento en el que todo gira sobre la crisis económica.

Y frente a estos perfiles aún por explotar, emerge la figura del consejero de Gobernación, Luis Pizarro, como una de las voces más relevantes del Ejecutivo. Ocupa el tercer puesto en la prevalencia del gabinete y entre sus funciones está la de llenar los huecos de comunicación que no ocupe el consejero de la Presidencia. En los gobiernos de Manuel Chaves, ninguna de las personas que desempeñaron la responsabilidad de Gobernación tuvo mucha oportunidad para cubrir ese flanco, ni siquiera Alfonso Perales, un peso pesado de la política, porque Zarrías no es de los que dejan los espacios vacíos. "Es lógico y previsible que el consejero de Gobernación, que además es vicesecretario general del PSOE de Andalucía, adquiera una portavocía más generalista", suscriben dos de las personas consultadas. En la última semana, ha sido la voz del Gobierno en múltiples temas de su competencia y de los que no lo son: desde la negativa de la Junta a apoyar fusiones con cajas de ahorros foráneas, al pago por compensación o en metálico de la deuda histórica, las elecciones europeas, las ayudas a la empresa Aguas Teñidas, el último drama de la inmigración, los intereses del olivar o la elaboración de las leyes locales en Andalucía.

"De momento, no hay un déficit de comunicación", afirma una fuente. "Hay que dejar que el nuevo equipo, con nuevas formas, ruede".

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