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Reportaje:

El Lourdes de A Cañiza

Un cambio urbanístico permitirá crear un centro de peregrinaciones en A Franqueira

Marcos, Ángel, Alberto y Castor caminaron ayer 42 kilómetros bajo el sol africano de A Cañiza. Bueno, esto es exagerar: la mitad del trayecto la hicieron al amanecer. Bajo el sol africano, a eso de las cuatro de la tarde, lo que les tocó emprender fue el camino de vuelta a casa, 21 kilómetros desandando la pista andada para regresar a San Bartolomé do Couto, en la otra punta del municipio, después de asistir a la romería de las Pascuillas, en A Franqueira. De madrugada, a las cinco, habían salido de su parroquia con el santo y tardaron cuatro horas y un cuarto en completar los 21 kilómetros de venida, con la ventaja de que el San Bartolomé no pesaba. Iba montado en un chimpín forrado de flores, acristalado a modo de papamóvil.

La romería acogió ayer a 25.000 devotos y batió su récord de 'santiños'
"Al año gastamos seis toneladas de velas. Vienen 200.000 personas"

En total, ayer en A Franqueira, según el abad, Javier Alonso Docampo, se juntaron 25.000 romeros y se batió el récord de santiños paseados en peregrinación desde otras parroquias. Llegaron a Santa María da Franqueira, aupadas en sus respectivos tractores y acompañadas a pie por sus fieles, 62 imágenes de santos y de vírgenes, algunas muy antiguas y la mitad con largas guedejas de pelo natural. "Cada año vienen más", aseguraba el cura, "es festivo en A Cañiza, en Covelo, en Mondariz y en Mondariz Balneario, pero también piden el día libre para venir con sus imágenes devotos de As Neves, Salvaterra, Ponteareas, Porriño y Fornelos de Montes. Éstos salen de sus casas a las cuatro de la mañana".

Entre los que no traían talla, ayer, en este santuario de A Cañiza había gallegos de las cuatro provincias y unos cuantos portugueses. Venían para ver las ceremonias y reverencias que les hacen los otros santos a la imagen de A Franqueira, pasar bajo el arco de la Virgen y pedir un deseo. Después, comer, bailar y beber, "porque la fe y la fiesta no están reñidas. Más bien todo lo contrario", defiende Alonso, que es párroco de A Franqueira desde los 28 años.

Ahora, con 39, se prepara para acometer la construcción de un santuario de 2.500 metros cuadrados, sobre un terreno de 12.000, en la falda de la montaña, que compró con el dinero recibido de un devoto "de fuera" del que no quiere dar el nombre. La parcela, a 250 metros de la iglesia de origen románico, estaba clasificada por el plan general de A Cañiza como "suelo urbanizable no delimitado", y la corporación municipal aprobó en pleno una modificación adhiriendo la finca al Sistema Local de Equipamiento Público, en este caso para "uso religioso". Los arquitectos encargados del proyecto presentaron su propuesta al Ayuntamiento en marzo, y están "sorprendidos" del interés que ha puesto la Administración. "Tres meses es algo inusual en este tipo de trámites. Nosotros creíamos que iban a pasar años", comenta Francisco Castro hijo, a quien Francisco Castro padre encomendó la obra pensando que se iba a jubilar antes de poner la primera piedra.

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Ahora, los papeles están en la Xunta, y cuando vengan de vuelta aprobados, el proyecto se pondrá en marcha. La obra, de todas formas, "se irá haciendo poco a poco", advierte el párroco promotor, porque su precio, de momento no calculado, se va a costear por suscripción popular.

La idea del enorme santuario, entonces con forma de basílica, viene del año 63, cuando el Vaticano coronó canónicamente la imagen de A Franqueira. Pero el cura de entonces, Manuel Iglesias, murió cinco meses después. Antes de echarse encima la crisis, Javier Alonso soñaba con fundar un "gran centro de espiritualidad" que incluiría 55 módulos de habitaciones con baño para los devotos. Este año, el Obispado de Tui-Vigo, que una vez construido será el propietario real del complejo, dio marcha atrás, al menos de momento, y se conforma con excavar en la roca un templo que podría llegar a acoger hasta 3.000 personas.

El anfiteatro en el que se sentarán los fieles y el altar quedarán ocultos bajo una cubierta vegetal, y los cascotes de piedra que se extraigan al horadar el monte se utilizarán en los muros. Además, habrá baños anexos, una pequeña vivienda para el guarda y aparcamiento. A los arquitectos les gustaría encontrar alguna vena de agua bajo la roca para dejarla correr a modo de cascada, pero aún no saben lo que hay ahí. El visto bueno de esta iglesia, al final, "tendrá que darlo Medio Ambiente".

"Al año, aquí gastamos seis toneladas de velas. Vienen unas 200.000 personas", afirma el sacerdote. "Si hoy son 25.000, el día de la Vírgen, el 8 de septiembre, se juntan 50.000. En la iglesia no cabe nadie, todo el mundo queda fuera... Los feligreses están de acuerdo en que lo del santuario no es ningún capricho... Pero la verdad es que aún no me he puesto a pedirle dinero a nadie".

Devotos de la comarca se agolpan en el santuario de A Franqueira
Devotos de la comarca se agolpan en el santuario de A FranqueiraDIEGO LEMOS

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