"Ahora todo se basa en darle duro a la pelota"
Ana Ivanovic (Belgrado, Serbia, 1987) ex número uno del mundo y campeona vigente de Roland Garros, juega hoy contra una tenista que hace cortes de manga a sus rivales, que chilla y grita, que ordena a la grada silencio, y que ayer fue despedida por el público con un sonoro abucheo. Victoria Azarenka, la número nueve, eliminó a Carla Suárez (5-7, 7-5 y 6-2) en un partido tensísimo que duró dos días porque se acabó la luz el viernes, cuando dos guardias de seguridad debieron mediar para que no se pelearan dos grupos de aficionados bielorrusos. "Conozco a Azarenka desde niña. Es dura. Agresiva. Una jugadora comprometida con sus tiros a la que le gusta dominar", afirma Ivanovic, que habla sobre la presión de ser una estrella cuando aún se siente una niña.
"Me gustaría pedir consejo a gente que admiro, como Seles, pero soy tímida"
Pregunta. ¿Qué tal su casa en Mallorca?
Respuesta. Me gusta mucho. En cuanto tengo tiempo libre, voy. Es como vivir de vacaciones. El año pasado, me entrené ahí con Rafa [Nadal]. Quizás en el futuro volvamos a hacerlo... cuando yo esté más fuerte. ¡Necesito esperar a que él envejezca un poco!
P. ¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
R. Cuando tenía diez años, mi entrenador me decía: 'Ana, si trabajas duro fuera de la pista, los partidos serán más fáciles'. No lo entendía. '¡Los partidos son muy diferentes!', le decía yo. Y él seguía insistiendo. Es una gran verdad. Cuanto más duro trabajas, más fácil es en la pista... me gustaría pedirles consejo a jugadoras como Monica Seles, a tenistas a las que admiro, pero soy un poco tímida. No quiero molestarles, interrumpir su camino, aunque sería muy interesante para mí.
P. Desde que ganó Roland Garros hace un año llegó al número uno, lo perdió, se lesionó... ¿qué ha aprendido?
R. Aquellas fueron mis dos grandes semanas, algo increíble. El momento de ganar un torneo del Grand Slam se ha mantenido más en mi memoria que conseguir el número uno. Ahora me siento una jugadora diferente, más experimentada, porque he pasado por muchas cosas en el último año. He aprendido mucho del juego y de mí misma como persona. Lo más duro fueron las lesiones. Siempre, desde que empecé a jugar, mi carrera fue hacia arriba, subiendo la colina. Siempre fui de éxito en éxito, hasta que, de repente, eso se paró. La lesión fue una decepción. Muy duro. Había asumido que mi carrera siempre iría hacia arriba. No me había dado cuenta de que hay buenos y malos momentos. Eso me ha hecho aprender. Fue durísimo. Me llevó tiempo calmarme, volver a lo básico. Ahora siento que vuelvo a estar en el buen camino.
P. Era una niña cuando estalló la Guerra de Yugoslavia. Aprendió a jugar en una piscina vacía. ¿No sabía ya que la vida es dura?
R. Mucha gente me decía eso, pero sinceramente creo que eso es algo que no te crees hasta que te das cuenta por ti misma. Hasta que no cambia algo en tu cabeza y te dices: 'No pasa nada si no juegas bien, le pasa a todo el mundo. Mira a todos esos grandes jugadores que se cayeron y volvieron a la cima'. Es importante tomar esa decisión, pero es difícil. A nadie le gustan los disgustos, las decepciones, pero son parte del juego y nadie ha encontrado todavía una vía alternativa hasta la cima del tenis. Aún así, sigue siendo duro: quiero hacerlo todo bien. Me aplico al ciento por ciento en todo. Si no hay resultados, me entristezco. Eso me hace juzgarme mucho.
P. Desde que se retiró Justine Henin, ha habido cinco números uno.
R. Henin era muy dominante. Tenía tantos puntos que las demás jugadoras tenían que compartir el resto. Había muchos cambios entre el número dos y el cinco, y de repente, cuando ella se retiró, esas jugadoras eran las número uno. Es emocionante. Nunca sabes quién ganará. Es una oportunidad. Henin le dio mucho al tenis. Ahora, el juego se está desarrollando en otra dirección. Hay jugadoras como Jankovic que son durísimas, que salen y luchan cada bola... no hay un juego como el de antes, subiendo a la red. Ahora se basa todo en darle duro a la bola. Y eso es más duro para nuestros cuerpos.
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