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Reportaje:

Aquí se rueda la muerte del rural

David Vázquez dirige en Chantada un corto sobre el último día de una aldea

Xosé es el último habitante de la aldea de O Fental. Todavía no lo sabe, pero hoy va a morir. Como todos los días, escucha la radio, contempla el retrato de su difunta esposa, mira largamente el pájaro enjaulado que lo acompaña, el único ser vivo, además de las moscas, que habita en la localidad. Xosé sale a sachar la huerta, silbando, saludando alegre a todos esos vecinos que ya no tiene. Nadie le responde, o eso le parece al espectador, pero él conversa con todos y da la impresión de que algo le contestan. Se conoce que la soledad le ha ido conectando con la otra dimensión.

Estos interlocutores invisibles de su rutina diaria son las almas de O Fental, las verdaderas protagonistas del nuevo cortometraje que rueda desde el sábado en Chantada el director David Vázquez con guión de Elena dos Santos.

"Un censo antiguo contaba tres habitantes y 14 almas"
"Galicia es rural. Si desaparecen las aldeas, ¿qué va a ser de ella?"

Después de grabar en 2006 Empantanados, sobre las aldeas que engulleron las presas y sobre los traumas de sus antiguos moradores, el realizador nacido en Pesqueiras (un pueblo al borde del embalse de Belesar del que ya todos van marchando, o muriendo), quiere abrir, con este nuevo trabajo "un debate" sobre la galopante extinción del rural gallego. "Nadie ha tocado este tema hasta ahora, a pesar de su gravedad. Galicia es básicamente rural, el alma de Galicia es rural, y si desaparecen las aldeas ¿qué va a ser de Galicia?", se pregunta Vázquez, que con Empantanados ganó varios premios y fue semifinalista del Mestre Mateo.

En aquel corto actuaban Miguel de Lira y Fernando Morán, y este segundo actor vuelve a dar vida ahora a Xosé. Un viejo más, como tantos otros. Como esos otros que se han quedado solos en alguna de las 721 aldeas con un habitante que según el Instituto Nacional de Estadística existen en la comunidad. Al morir Xosé, O Fental, de no ser un lugar idéntico a los de verdad, pero imaginario, pasaría a engrosar otra tabla estadística: la de las aldeas gallegas con cero vecinos, que hoy ya rondan la cifra de 1.200.

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As almas do Fental se rueda en Santiago de Arriba, "una parroquia de la ribera que todavía tiene habitantes pero que en diez años quedará vacía". Cuando a Xosé le sobreviene la muerte, toman la escena esos espíritus que le daban plática y empieza de veras la acción. Al final saldrán, como mucho, siete minutos de cinta, pero el director promete que será "reivindicativa y comprometida" como todo lo que hace. "Soy muy sensible a las cosas que pasan en la aldea. Cuando voy a comer a casa de mi madre, a Pesqueiras, me acuerdo de cuando, de pequeño, éramos cincuenta chavales y jugábamos todos juntos al fútbol. Ahora ya no vive ninguno de ellos allí. El otro día me murió un vecino, y en las casas de al lado de la nuestra ya no queda nadie. Ningún político apuesta de veras por el rural. Es la cosa más castigada del mundo". David Vázquez, de 38 años, quiere "impactar", "dejar pensando a la gente", y sospecha que lo va a conseguir porque As almas do Fental le parece el mejor trabajo que ha hecho hasta ahora.

El título y buena parte de la idea del corto, que es una coproducción de Airoá Comunicación y Chantada Comunicación, S.L., surgió un día buscando en internet. "Nos topamos con un documento superantiguo, una especie de censo de las parroquias de Paradela, en el que se decía que en un lugar había 'tres habitantes y 14 almas", relata Vázquez. "Hoy todavía no sé qué quería decir eso, pero me gustó y lo usé. O Fental, por otra parte, era el prado al que llevaba las vacas de niño", sigue explicando.

En el teléfono móvil del director, cuando tarda en coger, mientras se espera se puede escuchar completa la melodía de El Padrino. Lo próximo que planea es un largometraje con texto de Manolo Vázquez, su guionista favorito. Un filme "sobre una botica en la que suceden muchas cosas". El de Pesqueiras es un director tardío, estudió sonido en Madrid, trabajó en una discográfica y peregrinó con orquestas primero y grupos de rock después. "Lo pasé bien, pero esa etapa ya quedó atrás. Después me empecé a interesar por el mundo de la imagen e hice un curso de dirección en Barcelona", cuenta. Con Alfredo Pardo lidera la efervescencia audiovisual que hoy vive Chantada, pero si el primero practica como una religión el llamado Rural Underground, el segundo, "de momento", prefiere no colgarse "etiquetas": "Lo mío, si algo es, es patacas con chourizo".

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