Messi es el mejor
La Pulga marca un gol de cabeza y demuestra a Cristiano Ronaldo, que terminó desquiciado, quién es el verdadero rey
El mundo les esperaba y, como si estuviera impaciente por demostrar que sigue siendo el mejor jugador del mundo, Cristiano Ronaldo compareció en la escena desbocado. Al minuto, plantó la pelota en la frontal del área, se dispuso a sacar una falta y al barcelonismo se le paró la respiración. El tiro, imprevisible como siempre, le botó a Víctor Valdés en los morros, no lo pudo blocar y el balón, que quedó muerto en el área, terminó saliendo por encima del larguero porque Piqué llegó antes que todos los rivales.
Cristiano disparó a puerta tres veces más y forzó una tarjeta amarilla para Piqué antes de que Messi tocara la pelota por vez primera con sus nuevas botas color azul celeste, un guiño a la selección argentina seguramente. El zapatazo, desde 30 metros de distancia, salió alto por muy poco.
A Messi le costó tanto entrar en el partido como convencerse de que lo que vio el martes al llegar al hotel era cierto. Telefoneó a Estiarte, ése que era ángel de la guarda de Guardiola y ahora vela por sus chicos. "¿Puedes venir a mi habitación? Tengo un problema". El que era ángel de la guarda de Guardiola ha extendido sus alas para amparar en la medida de lo posible a todos los chicos de su amigo. Así que salió zumbando, asustado, temiendo algo que no atinaba a imaginar, porque Messi no se queja nunca. "Mira, Manel, no hay cama", le dijo Leo. Estiarte resopló aliviado: el problema tenía solución. Carlos Naval, el delegado, se encargó de la cuestión. El partido, que había empezado fatal para el Barça, también tenía solución: de eso se encargó Eto'o.
Tan pronto como Iniesta cogió la pelota y el Barça empezó a tocarla, Cristiano perdió presencia y Messi cobró protagonismo. Cuentan que el miércoles 13 de mayo, cuando el equipo se marchaba del campo para coger el avión rumbo a Valencias, donde esa noche se jugaba la final de la Copa del Rey, Iniesta, que se quedó en Barcelona a trabajar, se acercó a Messi y le dijo: "Tráeme la Copa y en Roma te hago balón de oro". Recuperado milagrosamente para la final gracias a su esfuerzo y al excelente trabajo de los servicios médicos del club, especialmente del fisioterapeuta Emili Ricart, Iniesta fue ayer el mejor jugador del partido.
Messi, que no vio a Evra ni en pintura porque nunca le encaró por banda izquierda, no tuvo el día más fino, pero, como suele decir Guardiola, nunca juega mal. Era su noche, tenía que aparecer y apareció. Casi siempre citó de lejos a los centrales del Manchester y un par de veces encontró pasillo entre un bosque de tipos vestidos de blanco, pero no le hizo daño a Van der Sar hasta que remató de cabeza un centro de Xavi a la espalda de los defensas. Lo había avisado Guardiola en una rueda de prensa -el 1 de febrero, el día del partido contra el Racing en Santander- cuando le preguntaron si para ser el mejor jugador del mundo no le faltaba remate de cabeza. "Os aconsejo que no le pongáis a prueba porque algún día meterá un gol rematando de cabeza y os hará callar", profetizó el de Santpedor.
Desquiciado, arrastrado por la impotencia de su propio equipo, incapaz de superar al rival, Cristiano empezó por discutir con Rooney y terminó viendo una tarjeta amarilla. Para entonces, Víctor Valdés ya le había ganado la mano en un remate a bocajarro y el portugués, al que Ferguson había mandado a la banda derecha a atizar a Puyol y tratar de encarar de una vez por todas la defensa del Barça.
Y en el Olímpico se escuchó corear a 20.000 culés el nombre de Messi, La Pulga. Con 12 goles en la Champions y todos los títulos en el bolsillo, ya no hay duda. Iniesta cumplió su palabra y, en efecto, ya no hay duda: Messi es el mejor.
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