El Espanyol lo aguanta todo

Por más que se equivoca, con despidos improcedentes, fichajes negados, discusiones internas y dimisiones varias, el Espanyol se resiste a abandonar la Primera División. Los sustos se suceden, temporada sí y temporada también, pero, al más puro estilo felino, el club tiene siete vidas y se otorga la oportunidad, una vez más, de enderezar definitivamente su rumbo. Anoche se impuso al destensado Almería y certificó la permanencia. Iván Alonso tuvo la culpa. El milagro de Pochettino, que cogió a un equipo desahuciado para convertirlo en una pepita de oro, se ha obrado.

Para el Espanyol trepar fuera de la zona peligrosa resultó como el corte de pelo de Dalila a Sansón: el equipo perdió la fuerza, el ímpetu y, de paso, casi todo el fútbol. Si antes sorprendía por su facilidad para armar contragolpes y su capacidad de desborde con pases interiores, después se volvió previsible, simplón y poco armonioso. Pero, sorprendentemente, obtuvo resultados, algo impensable durante todo el curso. Como anoche. Entre otras cosas, porque las manoplas de Kameni, la efervescencia de Iván Alonso y la finura de Nené son un pozo de petróleo. Y con tres entonados basta. Sobre todo, ante un equipo que se plantó en el campo, pero que, desconectado y desabrido, pensaba en la tumbona, la playa y el solecito de las vacaciones. Le cayeron tres goles que pudieron ser siete.

El Almería tuvo un arrebato y ahí se quedó: diez minutos de espectáculo al abrirse el telón. Jugaba de primeras, abriendo a las bandas y desgastando al Espanyol, ingenuo al perseguir la pelota y no a los jugadores rivales. Negredo probó un disparo que Kameni rechazó por pelos y Uche también se topó con el portero, entonado cuando se marcha de Montjuïc, tras una temporada de lo más irregular y sin llenar las arcas del club. Dos paradas sensacionales y un renuncio del Almería. Tiempo para Nené e Iván Alonso.