Objetos fuera del tiempo

El futuro hace mucho que no es lo que era y el pasado nunca pareció tan invasivo como en esta era del eterno revival. Quizá no sea tan mala opción el anacronismo. Tal es la elección artística de Paul Sietsema (Los Ángeles, 1968). Una porción de su obra, que trata asuntos tan pasados de moda como el tiempo, la manufactura o el cine en 16 milímetros, se puede ver en el Museo Reina Sofía hasta el 21 de septiembre como la muestra inaugural de un nuevo programa de exposiciones temporales llamado Fisuras. Y la imagen funciona. Éste, prometen, será el espacio de entrada de artistas jóvenes en el centro de arte, del mismo modo que un virus se cuela a través de una herida.

El asunto, una colección de enigmáticos vídeos y dibujos hechos a mano con asombrosa fidelidad, se articula en torno a una pieza llamada Figure 3, película que emite en blanco y negro un proyector con el hipnótico sonido del transcurrir de las bobinas de cine. Se trata de una sucesión de fotografías. En el mejor de los casos, se adivinan objetos como vasijas o maromas. El resto de las imágenes describen texturas. El total, por sorprendente que suene, recuerda vagamente a una de esas reconfortantes fantasías del Hollywood de los treinta sobre las islas del Pacífico. Sietsema ha empleado cinco años en la pieza, que ha comprado el Reina Sofía para su colección permanente. El artista partió de "un libro de objetos hallados en excavaciones polinesias". Creó con arcilla, papel o pegamento réplicas en las tres dimensiones de esas imágenes. Las fotografió y ensambló en película de 16 milímetros. Tan personal interpretación del viejo concepto del objeto encontrado le sirve, asegura, para tratar asuntos como la muerte de los soportes en la dictadura digital y "estructurar la pérdida que causa la mera representación".

No cuesta imaginar que no lo tuvo fácil Paul Sietsema. Cuando empezó en la creación conceptual, Los Ángeles era poco dada a la clase de sutilezas que practica. La escena languidecía entre los últimos coletazos del punk y la cultura del monopatín; el mejor consejo que uno podía recibir en la escuela de arte era: "Múdate a Nueva York". Mucho han cambiado las cosas. El tipo con ese aspecto de nerd que las chicas sensibles encuentran "mono" ha llegado tan lejos como a exponer en el Museo Whitney de Nueva York. Y las revistas de tendencias y de arte dictaminan que la ciudad vive una eclosión creativa. Hasta en Arco se han enterado; la próxima edición de la feria estará dedicada a la megalópolis californiana. El consejo "casi se ha invertido", afirma con una sonrisa irónica. "Incluso ves a artistas despistados de la Costa Este por mi barrio, Silver Lake".