Derechos y dignidad

La emigración y el derecho a buscar una vida digna son los motores de muchas personas para salir de su país. Mis padres, rondando ahora los 80 años y con ocho hijos, fueron a Francia a trabajar -hay documentos que lo acre-ditan-. La vida en el pueblo era dura. Así que como las circunstancias y el hambre apretaban se fueron.

Ahora, después de 44 años, se han celebrado en Alicante unas jornadas hispano-francesas. Técnicos franceses han venido con el fin resolver dudas sobre las pensiones que les corresponde por su trabajo en Francia. Pero, ¡ay!, no todos recibirán lo que dignamente trabajaron -¡ojalá sean pocos!-. Mis padres no tienen derecho a cobrar nada de Francia. Sus patronos no cotizaron por ellos.

La persona que me atendió se avergonzó de su país, se emocionó y sintió rabia e impotencia. Esto no es justo. A veces pasa. Eran mis padres quienes deberían sentirse así, y en cambio fue ella. Gracias por esos segundos de comprensión hacia todos los españoles que no cobrarán ni un franco.

Espero que, cuando pasen los años, mis hijas no sientan vergüenza porque en su país no cotizaron por los trabajadores que vinieron para vivir. Seamos coherentes.