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Reportaje:

Del templo a los escenarios

El Piculabe compagina la actividad evangélica con su pasión por el flamenco

Patricia Ortega Dolz

Cuenta que a él, "como a Elvis", le descubrieron en la iglesia. En su caso en la de Pan Bendito (Carabanchel), y no cantando gospel, sino en un coro evangélico: "Soy cristiano", dice. Algunos ya lo han comparado con Camarón de la Isla "por el metal de su voz", pero Quique Bermúdez, El Piculabe (Madrid, 1981), asegura que él "ignora mucho" lo que es el flamenco, aunque acaba de sacar su primer disco, Camino y tiempo, con letras de Juan Antonio Salazar, el mismo compositor que escribió algunas de las cantadas por el genio de San Fernando.

Fue hace un par de años cuando El Piculabe, arrastrado por su cuñado, empezó una noche en el Monstruo, el templo de los flamencos madrileños en la calle de Segovia, y acabó, unas cuantas horas más tarde y después de mucho cante, un poco más abajo: en el Mala Fama. No se puede decir que fuese de mal en peor, porque aquella fiesta flamenca terminó por abrirle las puertas hacia el mundo del cante y del flamenco, que tantas veces esquivó en su vida.

"De pequeño escuchaba de todo, de Alejandro Sanz a Michael Jackson"
Salió a cantar en el teatro Calderón acompañando a Tomatito
Un colega le sacó del coro de la iglesia y le dijo: "Tienes que hacer algo"
Su maqueta empezó a correr de mano en mano por Pan Bendito

Porque El Piculabe, este hombre con el apodo de caprichito en caló que lleva toda su familia gitana (tiene tres hermanos, una mujer y un hijo de un año, Adán), dice que de pequeño a él no le tiraba el flamenco especialmente: "Yo escuchaba de todo, desde Alejandro Sanz a Michael Jackson, pasando por Luis Miguel o Julio Iglesias... Fue mi padre [Juan Ramón], que de joven quiso sacar un disco con un grupo que tenía que se llamaba Raíces Gitanas y no pudo, quien me lo fue inculcando: 'Escúchate esto', 'mira estas letritas'... Y así, pero mi hermana mayor, por ejemplo, siempre ha cantao por Rocío Dúrcal". Ahí queda eso.

Él solía cantar en las fiestas familiares o con los colegas, pero un día, con 19 años, dejó de hacerlo. El Piculabe se refugió en la religión evangélica: "Para paliar el gran vacío que tenía. Puedes querer muchas cosas, tener mucha ambición, pero, al final, todo es artificial, todo se va". En esas, asegura que se sintió "tocado por Dios". Cuenta que va "con los hermanos" al parque del Retiro a evangelizar con su cante que, dice, es su don. "A mí me hacía falta esa esperanza, esa paz, esa verdad", explica. "Es como los vampiros, muerden y te convierten; en mi caso, vino un hermano, me empezó a hablar de la palabra de Dios y me contagió".

Le costó tres años de dedicación diaria convencer al pastor y al resto de miembros de la iglesia de que ya estaba convertido: "De que no cojeaba ni daba malos pasos". Hoy sigue acudiendo al culto diario siempre que el trabajo se lo permite: "Al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios". Ahora ya no trabaja en la venta ambulante con su familia, con la que sigue viviendo en Pan Bendito. Su condición de artista se ha forjado en muy poco tiempo gracias al empecinamiento de uno de sus colegas, El Jose, que le sacó una tarde del coro de la iglesia y le dijo: "Tienes que hacer algo, vamos a hacer algo".

Y así, con un ordenador, con El Jose a la guitarra, "que tiene un gusto que nadie lo tiene", "y con unos bocadillos que nos preparó mi madre" echaron la tarde-noche grabando una maqueta por bulerías. "Que esto no vale", decía. "Pues dámelo pa mí", recuerda que le respondió su amigo. Aquella maqueta, con letras tradicionales y de El Cigala, empezó a correr de mano en mano por Pan Bendito, copia a copia, hasta que cruzó las fronteras del barrio y llegó a las manos de El Paquete, Juan José Suárez (Madrid, 1976), productor y guitarrista, el mismo que estaba aquella noche del Monstruo y el Mala Fama, junto al compositor y productor flamenco del barrio de Lavapiés Enrique Heredia, El Negri (Madrid, 1972), y el cantante y compositor Antonio Carbonell (Madrid, 1969), entre otros. Días después de esa noche de descubrimientos, cantes y fiesta flamenca, El Paquete le puso a grabar el disco en su estudio. "Me llevé conmigo aquella tarde a mi padre y a mi cuñao; nos tiramos horas grabando esa nueva maqueta. El Paquete ha sido realmente quien me ha descubierto artísticamente al mundo, fue quien me llevó a la compañía Universal y quien confió plenamente en mí", asegura Piculabe.

Apenas se ha subido aún a los escenarios, aunque salió a cantar en el teatro Calderón con Tomatito animado por su padrino: "El Paquete me empujó hacia el escenario, a mí me temblaban hasta las uñas. Después me llevó a cantar a la chapa la antigua en la compañía discográfica y ya dieron el positivo y hasta ahora".

Ahora tiene varios bolos gordos a la vista. El día 18 estará de nuevo en el Calderón. Esta vez como artista invitado con la Barbería del Sur. Y, ya entrado el verano, el próximo 15 de julio, actuará con Remedios Amaya en el Villa Rosa (plaza de Santa Ana), que recuperará ese mes, y después de muchos años, el duende cada miércoles.

Un conocido cantaor dijo una vez al escucharle: "Su voz es profunda y cala el alma". Pues eso, que si de camino y tiempo se trata, es evidente que El Piculabe ya ha echado a andar.

Quique Bermúdez, <i>El Piculabe,</i> ayer en el parque del Retiro.
Quique Bermúdez, El Piculabe, ayer en el parque del Retiro.CARLOS ROSILLO

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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