Acariciando a mi ordenador
Interpreté que los cinco años de antigüedad, la tarjeta gráfica justa, el RAM justo, el almacén a tope y la velocidad desconocida, más dos cambios de ventilador, eran señales del cielo para cambiar de ordenador.
Había leído que antes de adquirir algún producto de los llamados tecnológicos hay que diseñar tu perfil como consumidor. ¿Qué soy? Usuario avanzado o no. ¿Qué quiero? Lo último o lo estrictamente necesario. ¿Para qué lo quiero? Para el ocio, para el trabajo o para los hijos. Te das cuenta de que siempre estás entre dos casillas y aún no se ha hablado de dinero ni de tecnología. Esto último es lo más fácil, porque tengo, como todos, un amigo informático. Tampoco aquí es sí o no, bueno o malo. Tras aguantar el chorreo de siglas, acaba con un despreciativo: "Para ti, con un clónico de 300 euros te basta y te sobra".
Ya has aceptado tu incompetencia psicofilosófica, tu ignorancia técnica, que eres pobre y poco multimedia, pero ¿cómo se compra un clónico? Y el amigo te contesta, te vas a tal tienda y a tal otra y compras una CPU vacía, en tal otra el teclado y el ratón, y en otra la pantalla.
Tras escucharle por fin tengo la solución. Entro en unos almacenes y en unos segundos me hacen propietario de un HP Touch Smart.
El precio va en consonancia con la caja, enorme, y eso que me dijeron que era un monitor con todo integrado. Estoy asustado, pero cuando llego a casa y empiezo a desempaquetar compruebo que casi todo es corcho y que su instalación es muy sencilla. La torre no existe, y el monitor se conecta por un cable a la fuente de alimentación y ésta al enchufe. Le doy al botón de encendido y ¡magia! reconoce un pequeño teclado y ratón inalámbricos, y ya va. Sin discos de instalación ni nada. La pantalla de 22 pulgadas es enorme. Incluye Bluetooth y Wi-Fi y cámara y un gran procesador, 4 GB de memoria RAM un disco duro de 500 GB y un software más que suficiente, además de sintonizador-grabador de TV analógica y TDT y, ahora viene lo mejor, pantalla táctil, el toque Touch.
Llevo más de un año disfrutando del Touch Smart. El cambio ha sido a mejor, a mucho mejor, aunque lo de la pantalla táctil en un sobremesa no lo veo claro. La utilicé un par días y basta, entre otras razones porque soy de tamaño estándar, tirando a bajo, y para llegar con los brazos a la pantalla se me hace extremadamente incómodo. Parezco un muñeco de Forges; finalmente, reflexioné: para qué quiero yo pasar iconos de arriba abajo con un dedo, para qué quiero estar con el brazo extendido y en suspensión. Si bien la pantalla táctil en un teléfono o en una PDA son muy prácticas, en una pantalla de 22 pulgadas no sólo no lo veo de utilidad alguna, sino que además es incomodísimo. Parece que estés haciendo gimnasia con la Wii.
Prefiero el teclado, el mando y el ratón inalámbricos. Con este HP tengo el monitor a tres metros, sin cables y cómodamente sentado. Antes que el touch, prefiero el remote.
Producto: HP Touch Smart IQ520. Empresa: HP.
Precio: 1.399 euros. Sitio: www.hp.es.
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