Fresca intimidad

El cuarto de baño se ha convertido a lo largo del pasado siglo XX en el último reducto de la intimidad. El espacio donde muchos se preparan para afrontar el día o en el que buscan el reflejo de lo acontecido al final de la jornada. La capilla en la que se ejecutan pequeños rituales solitarios o compartidos. La habitación en la que no está prohibido rendir culto al yo. Comisariada por la fotógrafa Iris Esteve, la exposición Fotoilettes ofrece en Octubre CCC la reflexión de 18 fotógrafos, entre profesionales y aficionados, estudiantes y profesores, sobre lo que significa la arquitectura de la cerámica blanca, los potingues de belleza y el agua templada. "El baño daba mucho juego; en cualquier sitio hay uno, o hacemos uno de cualquier sitio", razona Esteve. Y el resultado se resume en duchas matutinas, retretes abandonados, cepillados de dientes, encuentros lúdicos, pensamientos profundos y hasta en la huella que deja la taza en el culo de los fotografiados.