La honradez de la mujer del césar
Las personas que disfrutan de algún tipo de poder, sean gestores públicos o privados, están obligados a hacer lo que se les exigía a la mujer del césar: no sólo tienen que ser honrados, además tienen que parecerlo.
Los procesos judiciales de este país son generalmente benignos con quienes abusan del poder que les fue otorgado. De hecho, la gran mayoría de las actuaciones de los corruptos quedan casi siempre impunes, por lo que éstos no sólo siguen ocupando sus puestos como si tal cosa, sino que además van por ahí presumiendo de ello, mofándose de la justicia social y todas esas patochadas pasadas de moda y tachando de pobres tontos envidiosos a aquellos que opinan que uno duerme mejor si se ha tenido una carrera profesional limpia y honesta, aunque eso suponga haber almacenado poca fama y dinero.