El Recreativo mantiene la fe

Hay ocasiones en las que los nervios, la tensión y la urgencia sirven de coartada perfecta para apelar al fútbol visceral como remedio frente a las situaciones límite. Sin embargo, el poder persuasivo de semejante argumento empieza a desaparecer. El Recreativo no cree en él. Prefiere vestirse de traje para las citas importantes. En el Reyno de Navarra tardó demasiado en darse cuenta de que su vestimenta inicial no era la correcta, pero, una vez que lo hizo, no volvió a desvestirse.

Agazapado en su campo, el equipo de Alcaraz malgastó los primeros compases del partido hasta que no tuvo más remedio que reinventarse tras el gol local. Pandiani remató de cabeza un saque de banda en la frontal del área que retrató a la defensa onubense, pero que desbloqueó el sistema nervioso visitante. A partir de ahí fue otro partido.

El Recreativo se lavó la cara, sacó de la guarida a su centro del campo y empezó a inquietar la portería local. Tras el descanso vino la metamorfosis. El equipo timorato de la primera parte se convirtió en un equipo de salón. Amante del intercambio de la pelota, del desmarque y de la combinación imposible. Sin embargo, la firma a tanto proyecto no llegaba. Osasuna, como bloque, no existía. Sólo Masoud, en un nuevo recital de regates sincronizados, era capaz de oxigenar al equipo, pero no fue suficiente. Fruto de la indecisión local llegó la expulsión de Sergio, desquiciado con un Colunga superlativo que terminó por sacarle del campo por doble amarilla.

Con un hombre menos, el equipo de Camacho echó el ancla y peleó por defender lo conseguido hasta que en otra jugada de orfebrería llegó el tanto del empate. Ersen Martin amortiguó con el muslo un centro de tacón y envió el balón a la red. Pero el fútbol le debía más a un Recreativo sin complejos que encontró la victoria en una volea imparable de Morris. Coge aire el Recre, que deja en serios apuros al conjunto de Camacho.