Bolonia la docta, la gorda, la roja
Gincana (y espaguetis) a la boloñesa. Soportales, iglesias y palacios. Neptuno, dios del mar, en una plaza maravillosa. Un plato de 'passatelli' en Ambasciatori y arte moderno en MAMBO
Pasan los años, pero Bolonia no cambia. Sigue siendo la roja (por el color cálido de sus tejados y el bando político de sus ciudadanos), la gorda (¿cómo definir si no a la ciudad que ha regalado al mundo los tortellini, su salsa y la mortadela?) y la docta (su Universidad, fundada en 1088, es una de las más antiguas del mundo y cuenta con profesores del calibre de Umberto Eco). Los tres apodos definen a la perfección el espíritu de esta vieja señora sensual entre sus murallas y maternal bajo los omnipresentes soportales. Encajada entre Florencia, Venecia y Milán, Bolonia no suele estar contemplada en los recorridos turísticos por el norte de Italia. Sin embargo, el casco histórico, entramado de iglesias, torres de piedra vista, callejuelas que se abren en imprevisibles plazas, sus ciudadanos afables y centenares de trattorie caseras, la convierten en una ciudad muy amada por los italianos. Y por los turistas de fino paladar.
09.30 Primero, un 'cappuccino'
Por dimensión y tradición, Bolonia ofrece el marco ideal para un paseo sobre dos ruedas. La Autorimessa Pincio (Via dell'Indipendenza, 71; 0039 051 24 90 81; de 7.00 a 24.00), cerca de la estación de trenes, a los pies de la Scalinata del Pincio (1), alquila bicis (10 euros para 12 horas). La vida del ciclista requiere cafeína en las venas. Una etapa obligada es el Caffè Zanarini (2) (Piazza Galvani, 1; www.caffezanarini.com). Recorriendo la calle Indipendenza se llega en cuatro pedaladas. Para coger fuerzas, nada mejor que un cappuccino con cornetto (cruasán) en esta cafetería, una de las más antiguas de la ciudad, famosa por su repostería: bollos, pastelitos y semifreddi. El café se encuentra en los soportales del Pavaglione: una refinada galería con frescos de querubines y animalitos.
10.30 Lo terrenal y lo divino
Muy cerca se ubica el Archiginnasio
(3) (Piazza Galvani, 1; abre de lunes a viernes, de 9.00 a 19.00, y sábados, de 9.00 a 13.00), la antigua sede de la Universidad (desde 1563 hasta 1803), convertida en biblioteca municipal. Bajo sus pórticos acudían a clase los hijos de los ricos de la época, muchos de origen español, como muestran los escudos que decoran las arcadas. Merece la pena visitar el antiguo Teatro di Anatomia, un hemiciclo de madera del siglo XVII. Entre bancos, estatuas y mesas de mármol, los profesores enseñaban medicina. A un paso del Archiginnasio se sitúa el corazón urbano de Bolonia, la Piazza Maggiore (4), donde el poder político y el divino se miran y se controlan desde siempre. De un lado de la imponente explanada se levanta la iglesia de San Petronio -con el contraste entre el mármol blanco y los ladrillos marrones de su fachada nunca acabada- y del otro, el Palazzo d'Accursio, histórica sede del Ayuntamiento.
12.00 Piedras romanas bajo el cristal
Seguimos en busca de extraordinarias plazas. La adyacente Piazza Nettuno (5) está dominada por una fuente del dios del mar. El imponente desnudo masculino y las procaces sirenas que lo rodean fueron fundidos en bronce por el escultor flamenco Giambologna en 1565. Uno de los edificios de esta plaza es la Sala Borsa, antigua Bolsa, en cuyas galerías se desarrollaba la vida comercial de la ciudad hasta principios del siglo XX. Una reforma la recuperó en 2001 para los ciudadanos como biblioteca multimedia (Piazza Nettuno, 3. Abre de martes a viernes, de 10.00 a 20.00; lunes, sólo tarde, y sábados, de 10.00 a 19.00). Su patio central, una verdadera plaza cubierta, cuenta con un suelo de cristal que deja a la vista las ruinas romanas sobre las que se asienta. Otra plaza que no se puede perder es la cercana Piazza Santo Stefano - (6), con el complejo monumental de las Sette Chiese: siete templos comunicados, el más antiguo, del siglo V. Patios, naves y criptas de románico escueto se persiguen en la penumbra. Seguramente inspiraron a Umberto Eco las atmósferas de El nombre de la rosa.
13.00 Quinientos peldaños de torre
Las Due Torri (7)
constituyen el centro geométrico y simbólico de la ciudad. Con planta medieval en forma de rueda, llevan los apellidos de las familias que ordenaron su construcción: Garisenda y Asinelli. La costumbre de mostrar el poder de un linaje construyendo torres lo más altas posible se convirtió en el siglo XII en una verdadera competición. Bolonia se llenó de ellas. Quien escale los 500 peldaños de la Asinelli podrá admirar la ciudad desde lo alto (de 9.00 a 18.00; 3 euros). Otra alternativa es acercarse y subir a la Torre Prendiparte
(8) (Via Sant'Alò, 7; 0039 051 58 90 23; www.prendiparte.it). Al volver con los pies a la tierra se impone una visita a la Chieda di Santa Maria della Vita (9) (Via Clavature, 10), que conserva la conmovedora Piedad de Niccolò dell'Arca, grupo escultórico en terracota de finales del siglo XV. La Virgen y la Magdalena, con la túnica inflada por el viento y el rostro desgarrado por el dolor, son la imagen misma del humanismo renacentista. Italia es Italia y, aparte de visitar iglesias, hay que pensar en el estómago. Y para ello, nada mejor que el Mercato Vecchio
(10) y sus puestos y tiendas de verdura, pescado y embutidos típicos. Para sentarse en la mesa y deleitarse con unos tortellini o lasaña caseros para chuparse los dedos: Tamburini (11) (Via Caprarie, 1; 0039 051 23 47 26; precio medio, 15 euros). Otra opción y novedad: Ambasciatori (12) (Via degli Orefici, 19; 0039 051 095 28 20), que es a la vez tienda gourmet, taberna y librería. Plato recomendado: passatelli (pasta al huevo y parmesano).
15.00 Un mundo más abajo
Si Bolonia es la Culta, ¿por qué no un café en la zona universitaria? Bajando por Via Zamboni, donde se levantan las principales facultades, se alcanza la Finestrella di Via Piella - (13), una curiosa ventana que da al canal D'Aposa. A este canal de aires venecianos se asoman también los bares de Via Moline. Bolonia se levanta encima del río Reno y de una red de canales enterrados. Società per Azioni organiza cada viernes un viaje-espectáculo a este mundo subterráneo (www.societaperazioni.com).
17.00 Mambo, mambo
Pero no todo se paró en el medievo. Una visita al Museo d'Arte Moderna
(14), el MAMBO, pone en perspectiva (Via Don Minzoni, 14; 0039 051 649 66 11; 6 euros; abre de martes a viernes, de 10.00 a 18.00; jueves, hasta las 22.00, y sábados y domingos, sólo hasta las 20.00). Además de sus salas diáfanas de exposición, cuenta con una cafetería, que ofrece un ambiente de diseño años sesenta y selección musical a juego. Después del arte resulta muy agradable un paseo por la ribera recién rehabilitada del canal. Aquí nos topamos con un gran edificio de ladrillo visto, antiguo depósito de sal, que es hoy la sede de la Asociación Arcigay -
(15) (www.arcigay.it). Sus propuestas nocturnas abarcan desde la música electrónica hasta pases de películas y documentales de temática gay.
20.00 Noche 'locomotiva'
Falta por ver la zona más típica de la noche boloñesa: Via del Pratello
(16). Antaño barrio de prostíbulos y negocios turbios, hoy es el epicentro bohemio de bares y restaurantes. Para cenar: Osteria Fantoni (Via Pratello, 11a. 0039 051 23 63 58; de 20.00 a 22.30; cerrado domingo y lunes), mantel de cuadros, ambiente informal y raciones abundantes. Para tomarse una copa: Il Punto? se anima sobre las 22.00 (Via San Rocco, 1). Para bailar hay que coger un taxi: el espíritu alternativo de la ciudad se palpa en el Locomotiv Club (17) (Via Sebastiano Serlio, 25. www.locomotivclub.it).
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