Morandi, en la cuna de la mortadela
Las geometrías y colores de Bolonia inspiraron los bodegones del pintor
Hay ciudades obsesivas que hacen o deshacen a los artistas. Ciudades que funden vida y obra, y cuyos espacios exteriores acaban por ser paisajes interiores. No se entiende la pintura de Giorgio Morandi (1890-1964) sin comprender esa ciudad de la que nunca se desprendió: Bolonia. Es lo que piensa Umberto Eco, que también ha tenido una relación íntima con esta urbe, la más porticada del mundo debido a sus 42 kilómetros de soportales. Los famosos bodegones de vasijas morandianos han de verse así, como arquitecturas seriadas que se repiten en mantras visuales.
Todo el centro histórico de Bolonia, capital de Emilia-Romaña, está construido sobre arcadas que dibujan variaciones secuenciales casi hasta el infinito. Al cabo de unas horas de pasear sin rumbo por esos espacios umbríos al abrigo del escaso tráfico, la vista se acostumbra a ver el exterior como un continuo de luces, colores y formas que cambia pero se repite, traicionando al ojo humano. Es exactamente lo que sucede en los aparentemente humildes bodegones de Giorgio Morandi.
La mirada hace al artista, pero en este caso el lugar la construye y dibuja las formas. Bolonia, como otras ciudades monumentales del norte de Italia , conserva un tejido urbano homogéneo y, a la vez, lleno de singularidades. Subiendo los 498 escalones de la torre Asinelli se consigue ver la ciudad como un mosaico uniforme de teselas marrones y ocres. La altura la convierte en pura geometría repetitiva. El pintor Giorgio de Chirico, gran amigo de Morandi, opinaba que el dibujo geométrico "es el fundamento de toda gran belleza y de toda profunda melancolía". Los dos amigos se entendían bien, pero Morandi era un esteta de la radicalidad y nunca se desvió en su paleta de los colores con los que Bolonia se pinta a sí misma: los blancos rotos, los desvaídos sienas, los castaños dorados y los ocres, o sea, los colores de la melancolía. Y de la mortadela.
"Grassa, rossa e dotta"
Como capital de la región de Emilia-Romaña, Bolonia es un lugar estratégico para visitar en el día un montón de ciudades únicas (a media hora, Rávena, Parma o Módena; a una hora, Milán, Florencia y Ferrara; a dos horas, Comacchio, Rímini, el delta del Po y también Venecia; a menos de tres, Roma). Perteneciente al papado durante un largo periodo hasta la llegada de Napoleón, fue anexionada al Piamonte, muy tarde, en 1890. "Grassa, rossa e dotta", son algunos de sus sambenitos. Grassa, por su gastronomía, que ha inventado la mortadela y los tortellini; rossa, por haber sido el más importante feudo del Partido Comunista Italiano y de la resistencia de los partisanos en la II Guerra Mundial, y dotta, por llenar aún sus calles de estudiantes llegados de todo el mundo a la universidad laica más antigua de Europa.
El lugar más bonito de Bolonia es Santo Stefano (un conjunto de cuatro iglesias), con sus alrededores bellamente rehabilitados hace poco; pero es la poca armónica plaza Mayor a la que se dirige primero cualquier turista. Imposible de olvidar. Primero, por la fachada inacabada de la iglesia de San Petronio; después, por la fiereza y rotundidad de la escultura de Neptuno, y por último, por el asimétrico y desordenado palacio de Accursio, que, entre otros usos, es Ayuntamiento y sede del Museo Morandi.
Entre pinturas, acuarelas, dibujos y aguafuertes, el museo conserva más de 200 piezas. Naturalezas vivas de los primeros años -paisajes de Grizzana, el pueblo en el que pasaba los veranos- y naturalezas muertas a las que aplicó en su madurez su "metafísica de los objetos comunes", como definió su amigo De Chirico. Tomando desde este museo la Via Rizzoli, y casi al final de la calle Mayor, se encuentra la pequeña y estrecha Via Fondazza. En el primer piso del número 36 vivió el artista con su madre y sus tres hermanas -Anna, Dina y María Teresa- desde 1910 hasta su muerte. ¡Toda la vida en la misma ciudad, en la misma casa, en la misma habitación! Aunque todavía no viene en las guías, su casa-taller es, desde comienzos de año, un museo. Si la obsesiva imagen repetitiva de los soportales de Bolonia es visible en las ondulaciones de sus bodegones, la pequeñez del espacio habitado por el artista, su habitación-taller y el cuarto alacena contiguo que le servía de almacén a los objetos que utilizaba ilustra la naturaleza de sus obsesiones. El único respiro era el balcón que daba al patio interior, que hoy es un frondoso jardín. La rehabilitación que ha hecho el estudio de arquitectura Iosa Ghini ha conservado esa habitación donde dormía y pintaba tal y como la habitó el maestro: los rollos de papel apilados, los pinceles en obsesivo orden, las vasijas alineadas y abundantes pruebas en sus paredes de las gamas de color que utilizaba.
Como parte del legado tras la muerte de su hermana María Teresa está la casita de verano en Grizzana, también convertida en museo. En el valle apenino que entra en Emilia-Romaña, entre los ríos Reno y Setta, se encuentra esta comuna formada por varios pueblos y a la que en 1985 se le añadió al topónimo el nombre del artista. En Grizzana-Morandi se ha rehabilitado la casa de la familia, y en el primer piso volvemos a encontrar sus pinceles, brochas, caballetes y los objetos que aún permanecen tal y como él los dejó.
¿Cómo imaginaba el mundo exterior este pintor sensible y obsesivo, más allá de su escueto mundo boloñés? La respuesta está en sus cartografías de la intimidad.
Guía
Cómo ir
» Iberia (www.iberia.com ) vuela a Bolonia desde Madrid y Barcelona. Ida y vuelta desde Madrid, desde 117 euros, precio final.
» Ryanair (www.ryanair.es ) vuela a Bolonia desde Alicante, Girona, Granada, Ibiza, Madrid, Málaga, Sevilla, Tenerife Sur, Valencia y Zaragoza. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de 34 euros (cada maleta facturada cuesta además 15 euros por trayecto).
Visitas e información
» Museo Morandi (www.museomorandi.it ; 0039 051 219 36 46). Palacio de Accursio. Plaza Mayor, 6. Abre de 9.00 a 18.30 (fin de semana, desde las 10.00). Lunes, cerrado. Entrada gratuita.
» Casa Morandi (0039 051 30 01 50). Via Fondazza, 36. Abre los viernes, sábados y domingos, de 12.00 a 19.00. Entrada gratuita.
» Oficina de turismo de Bolonia (www.bolognaturismo.info ; 0039 051 23 96 60).
» Turismo de la Emilia-Romaña (www.emiliaromagnaturismo.it) .
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