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El PNV 'se queda' en el Gobierno vasco a través de funcionarios de élite

López tendrá una Administración llena de altos cargos nacionalistas

El futuro equipo de Patxi López se va a encontrar a su llegada al Gobierno vasco con una Administración prácticamente copada en sus niveles de máxima responsabilidad por un funcionariado de militancia o confianza peneuvista. La complicación e incomodidad de la situación después de 30 años de Gobierno del PNV están servidas para ambas partes.

La operación de relevo va a poner en juego la explicable desconfianza de los cargos políticos socialistas entrantes ante unos subordinados que han ocupado antes su lugar y tienen una acreditada pertenencia o fidelidad al partido que es su principal oponente político y que, además, está digiriendo lentamente su abandono del poder. A su vez, para los cargos peneuvistas salientes la vuelta a sus plazas de funcionarios supone pasar de dirigir y decidir a someterse a las órdenes de quienes llegan, sobre cuya capacidad y experiencia tienen muchas reticencias, añadidas a la discrepancia política.

En el PSE no se albergan dudas, al menos oficialmente. "Estoy seguro de que quienes tengan que volver a puestos técnicos tendrán el comportamiento profesional que se requiere, y que ellos han requerido y tenido de quienes han trabajado con ellos. Estoy seguro de que nos encontraremos con un funcionariado profesional que colaborará con un Gobierno que es resultado de la voluntad de los ciudadanos", respondió a este diario el secretario de Organización socialista vasco, Rodolfo Ares, que tendrá que lidiar con la situación en una de sus áreas más delicadas, siempre ocupada por el PNV: Interior.

Sin respuesta

Desde el otro flanco, no fue posible obtener la visión ni del consejero de Interior, Javier Balza, ni de la consejera de Industria, Ana Aguirre, ambos con plazas de letrado en Régimen Jurídico.

A ese problema va a superponerse otro: los movimientos que se producirán cuando los altos cargos salientes desembarquen en sus plazas provocarán el desalojo de quienes las han ocupado hasta ahora (a veces durante lustros) y el consiguiente desplazamiento de éstos hacia las suyas, ocupadas a su vez por otros funcionarios. Esa cadena terminará en los interinos, que serán quienes pierdan el puesto que ocupan en la Administración.

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Muchos de los altos cargos que son funcionarios han concursado a lo largo de estos años para ascender en la carrera profesional y ocupar plazas que iban quedando vacantes en departamentos diferentes del de origen o del que dominan por su labor política. Pueden darse, así, casos de altos cargos del Gobierno que van a pasar a ocupar jefaturas de servicios en áreas de actividad de las que no saben nada. Comprometida papeleta para un consejero recién llegado encontrarse con un funcionariado en puestos de máxima responsabilidad también nuevos en su cometido.

Esa alta clase funcionarial está formada por un amplio grupo de profesionales que se incorporaron en las primeras hornadas a la creación de la Administración autonómica y se promocionaron muy rápido hasta dar el salto a la política. Parte de ellos fueron contratados recién acabada la carrera, en base fundamentalmente a la confianza política.

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