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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de Bagdad

Una gravísima racha de atentados pone en duda que el Gobierno iraquí controle el país

Parecía la hora de Bagdad; el momento de hacer balance. A finales de junio los soldados norteamericanos tendrán que haber abandonado los centros urbanos iraquíes, y a finales de 2011, evacuado el país entero que habían invadido en 2003 para derrocar al tirano Sadam Husein. El Gobierno, que preside el chií Nuri al Maliki, no paraba de sacar pecho porque los índices de violencia terrorista nunca habían estado tan bajos como en este mes de abril. Pero entre el jueves y el viernes pasados resurgieron los peores demonios. Casi 160 personas, entre ellos medio centenar de peregrinos chiíes de Irán y 12 oficiales de policía, morían en media docena de atentados, dos de ellos perpetrados por mujeres suicidas, en Bagdad y otros puntos del país. Tal mortandad no se había registrado en 10 meses.

Un portavoz del Ejército iraquí se vanaglorió de la detención de Abu Omar al Bagdadi, presunto líder de Al Qaeda en Irak, al que inicialmente se atribuía, a título de represalia, la terrible racha de atentados. Pero esa detención no sólo no está confirmada, sino que fuentes militares norteamericanas dudan de que exista un vicario de Osama Bin Laden en esos parajes.

La sombra que todo ello podría proyectar sobre la capacidad iraquí de hacerse cargo de la seguridad, a medida que se retire la fuerza occidental, debía ser tan palpable que la secretaria de Estado Hillary Clinton, que llegó ayer por sorpresa a la capital iraquí, recalcaba que no habrá retrasos en la evacuación y que lo importante es unificar un país, que, sin embargo, no lo ha estado nunca.

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Estados Unidos invadió Irak en busca de unas fantasmales armas de destrucción masiva, en desafío a la legalidad internacional. Y la liquidación del régimen, junto a lo que se creía que era gran parte de la resistencia, sólo ha sido posible arrasando Irak, con un número de bajas civiles que organizaciones humanitarias llegan a cifrar en más de 600.000. Pero también se ha iniciado un proceso político; calificarlo de plenamente democrático sería pasarse de listo -o de tonto-, pero sí ha permitido la celebración de elecciones nacionales y provinciales, con lo que el Ejecutivo de Bagdad es hoy el más representativo que ha tenido en su historia la tierra del Fértil Creciente.

Irak, cuyo Gobierno merece el apoyo de Occidente, solo es el país que puede ser. No hay democracia que borre sus profundas divisiones sectarias. Al norte, los kurdos, reivindicando petróleo y cuasi independencia; en el centro, milicias árabe-suníes que han dejado la insurrección porque Washington las subsidia para ello; y al sur, chiísmo, también árabe y mayoritario, que gobierna cediendo el menor poder posible a las minorías.

De esa realidad, aunque mejore largamente el antiguo régimen, no cabe esperar una pacificación rápida ni plena. Por eso, a fin de 2011 llegará para Bagdad esa que llaman la hora de la verdad.

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