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CARTA DEL CORRESPONSAL | Londres | Economía global
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Manteles como termómetro

¿Pueden ser los restaurantes un buen termómetro de cómo evoluciona la crisis financiera? En la City de Londres, y en el Reino Unido en general, sí. Ya se sabe que en tiempos de crisis uno de los primeros en sufrir las consecuencias es el loro, que se queda sin chocolate. Recortar gastos es un objetivo prioritario para empresas y familias, y los restaurantes, en especial los restaurantes de alto nivel, siempre pueden acabar pagando los platos rotos y apretándose el cinturón más aún que sus comensales.

La industria británica, siempre camaleónica y adaptable al cambio, al menos en el sector servicios, se puso pronto manos a la obra. Business Link, una asociación que promueve los negocios en Londres, puso en marcha el verano pasado una encuesta mensual entre los restaurantes londinenses para estudiar cómo les afectaba la crisis financiera.

Los restaurantes londinenes le echan imaginación para sobrevivir
Las pechugas de pollo arrebatan el liderazgo al entrecot de ternera

El barómetro de octubre puso de relieve que la crisis empezó a afectar de forma seria a los restaurantes desde el mes de septiembre último. Los clientes se empezaron a adaptar a la crisis pidiendo menos platos, buscando ofertas especiales, eligiendo comidas más económicas, optando por el menú del día en perjuicio de la carta, bebiendo agua del grifo en lugar de embotellada, bebiendo el vino por copas en lugar de por botellas y eligiendo el vino de la casa en perjuicio de las marcas. Y, lo que es peor para los restaurantes, muchos clientes han optado por comprar el almuerzo en el supermercado en lugar de comer fuera. Sobre todo, los primeros días de la semana.

Business Link aconsejó a sus socios que se adaptaran a la crisis eligiendo materias primas más económicas, reduciendo las porciones, sorprendiendo con menús nuevos. Las estadísticas de este mes revelan que eso ha tenido como consecuencia que las pechugas de pollo han arrebatado el liderazgo al entrecot de ternera como plato más consumido al tiempo que crece el consumo de pescados como el salmón, el haddock y los calamares y reaparecen carnes que parecían olvidadas, como el cordero y el conejo.

Pero la competencia de los supermercados es durísima. La cadena Sainsbury's lanzó un menú con entrada, primero y postre por menos de seis euros, a lo que respondió Waitrose con una cena para dos por 11 euros que el popular Tesco rebajó a 10 euros.

Los últimos datos revelan que la competencia de los supermercados está afectando directamente a los restaurantes, pero el sector parece dividido mitad y mitad entre quienes empiezan a mejorar sus resultados y quienes siguen perdiendo terreno.

La crisis afecta también a los grandes chefs. El más mediático de todos, el escocés Gordon Ramsay, está llevando un mal año. La semana pasada, el diario sensacionalista The Sun reveló que Ramsay, que en la televisión se llena la boca defendiendo el uso de productos frescos, tiene una macrococina en el sur de Londres que suministra platos precocinados a varios de sus gastropubs de barrios más pijos de la capital. Una pésima propaganda que ha coincidido en el tiempo con el trauma de ver que ninguno de sus restaurantes de lujo, cargados de estrellas Michelin, está en la lista de los 50 mejores del mundo publicada esta semana por San Pellegrino. En la lista hay tres restaurantes españoles entre los cinco primeros, con El Bulli en el número 1.

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