De idas y venidas
El último concierto de Clem Snide en Madrid fue simplemente brillante. Se conocía su capacidad para crear hermosos temas que parecían hechos por un James Taylor pasado de rosca, pero fue sorprendente cómo esos cuatro tíos vestidos con trajes ridículos eran capaces de hacer que te partieras de risa con una canción y después te pusieran un nudo en la garganta con, por ejemplo, una estremecedora versión de Heaven de Talking Heads. Aunque había algo extraño. Su cantante, Eef Barzelay, un judío gafotas de Brooklyn, era demasiado líder y sus compañeros parecían meras comparsas. Al poco, Barzelay se fue por su cuenta, y en la desbandada quedó un disco, Hungry bird, a medio hacer. Se ha publicado cuatro años después y el grupo se ha reformado para una gira que apesta a despedida y que mañana lunes pasará por Moby Dick (avenida de Brasil, 5). Comienzo de una semana plagada de citas. La más curiosa, el festival Abril No Tan Cruel, los días 24 y 25 en la nave industrial El Planeta de los Watios (Sorgo, 53).
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