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Columna
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Oportunidades económicas

Aunque no se suele incidir en ello, la evolución económica de un territorio también depende del azar y la puesta en valor de recursos que hasta determinado momento nadie había visto como tales. Galicia tiene un buen número de ejemplos.

Si hoy somos una potencial mundial en conservas de pescado es porque algunos empresarios, hace ya un par de siglos y en buena parte de origen catalán, se dieron cuenta de la rentabilidad potencial de invertir sus dineros en el montaje de fábricas en las rías gallegas. Es verdad que entonces la sardina autóctona era la protagonista y hoy son otros productos, con mucha más elaboración y materia prima de procedencia variada. Y que el sector ha sufrido transformaciones y crisis desde entonces. Pero la realidad es que si hoy somos potencia es porque alguien vio ese potencial.

El turismo crecerá con el cambio climático. Hay que planificar el urbanismo para evitar desastres

Qué decir de la principal industria del país. El actual clúster de la automoción tiene su origen en la planta que los directivos de Citroën decidieron poner en marcha en 1958 en Vigo: una fábrica de furgonetas 2CV destinadas tanto al pujante mercado español como a la exportación. ¿Por qué Vigo? En buen medida por la logística que brindaba (y brinda) su puerto. Estoy convencido de que si la fábrica se hubiese instalado en Gijón o en Bilbao, hoy no tendríamos clúster.

El Xacobeo nos proporciona otro excelente ejemplo. La peregrinación religiosa no se convirtió en un activo turístico importante hasta los años noventa del siglo pasado, fruto en parte de una política activa de promoción desde la Xunta. Desde 1993, sabemos que los años santos suponen un estímulo al PIB de la comunidad autónoma. Hasta el punto de que el Xacobeo de 2010 puede adelantar la recuperación económica unos cuantos trimestres en Galicia respecto al resto de España.

Sin duda, el futuro nos deparará felices desarrollos como los señalados. En el caso de algunos de ellos, todavía hoy no nos imaginamos dónde pueden encontrarse. Pero sí podemos sugerir pistas en el caso de otros. En este sentido, me atrevo a sugerir el trabajo de los profesores Albino Prada y María Xosé Vázquez de la Universidad de Vigo sobre los efectos del cambio climático en el turismo. Investigación contenida en el muy interesante libro patrocinado por la Consellería de Medio Ambiente e Desenvolvemento Sostible sobre evidencias e impacto del cambio climático. Sus estimaciones indican que, a medida que se vaya incrementando la temperatura en las próximas décadas, asistiremos a un fuerte incremento de turistas y visitantes en primavera y verano, como ahora ocurre en un Mediterráneo que dejará de ser tan atractivo. Por eso es fundamental planificar ya el desarrollo urbanístico de nuestras costas, para evitar las desastrosas consecuencias que se han vivido en otras partes (el ejemplo de La Manga del Mar Menor es paradigmático) y garantizar así la sostenibilidad del recurso y su interacción con otros activos como el paisaje y el patrimonio histórico.

De forma similar, parece evidente que Galicia no está hoy aprovechando su enorme potencial logístico derivado de su geoposición. Galicia no es periferia cuando se mira desde el mar. Al contrario, se halla en una posición de tránsito marítimo envidiable; dejando al margen los riesgos de mareas negras, que podrían y deberían reducirse. Estamos dando algunos pasos en la buena dirección, como la autopista del mar con base en Vigo y la plataforma logística de Salvaterra. Pero falta mucho por hacer: conexiones ferroviarias de calidad que conecten los puertos gallegos con la Meseta y el Valle del Ebro; integración de los puertos gallegos en un verdadero sistema portuario gallego; fuerte modernización y ampliación de la capacidad logística de los puertos; una planificación del suelo empresarial que tome como referencia amplios espacios metropolitanos en la costa y las áreas urbanas del interior, integradas en un anillo de ciudades con la vecina Oporto. Sin duda en este caso, la fortuna y las oportunidades hay que trabajarlas más que en otros. Pero puede ser una de las claves de la economía gallega en las próximas décadas.

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