Recolecta de firmas
A la hora de enjuiciar determinadas películas, el peso de su procedencia, de sus intenciones, de su respetabilidad reivindicativa, de su posibilismo y de su esforzada infraestructura de producción puede provocar que se desatiendan sus virtudes (o defectos) estrictamente cinematográficos, que se olvide que, en última instancia, estamos ante una película y no ante un recolecta de firmas en favor de grupos desfavorecidos. Y esto es lo que puede ocurrir ante La sal de este mar, producción de un territorio cuyo solo nombre ya invita a que las trazas de la crítica se escoren hacia un lado: Palestina. Con la que está cayendo...
Sin embargo, más allá de que el entramado narrativo tenga posibilidades, la historia se derrumba por un cúmulo de pequeños desvaríos que estropean la intencionalidad de la palestina Annemarie Jacir: ofrecer la doble cara de su pueblo, reflejada en una mujer criada en EE UU que regresa a Palestina para instalarse, y la de un compatriota que sueña con escapar de los territorios ocupados. Rodada en Cisjordania e Israel, desprende verdad en los pasajes donde puede adivinarse la opresión sin necesidad de palabras. Pero la verbalización de las reivindicaciones casi siempre tiene tono panfletario, la representación del enemigo (Israel, por supuesto) es unidireccional, la actitud de la protagonista tiene más de ingenuo que de pasional, y la credibilidad de los personajes principales es, como mínimo, cuestionable.
LA SAL DE ESTE MAR
Dirección: Annemarie Jacir. Intérpretes: Suheir Hammad, Saleh Bakri, Riyad Idreis, Walid Abdul Salam.
Género: drama. Palestina-Francia, 2008.
Duración: 109 minutos.
Babelia
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