Un negro albino llegado en cayuco pide asilo para huir de los brujos
Moszy, un inmigrante subsahariano albino que llegó la semana pasada en cayuco a Tenerife, ha solicitado a los agentes de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional que activen su solicitud de asilo, porque teme ser asesinado y devorado en un ritual de brujería si es repatriado a Benín, de donde dice proceder.
El joven, de apenas 18 años, permanece encerrado en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Hoya Fría, tras pasar por el juzgado, donde se le comunicó que sería devuelto a su país. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ya ha movilizado sus servicios jurídicos para sacarlo de allí "cuanto antes", dado que su caso encaja en uno de los cincos motivos contemplados en la Convención de Ginebra para la concesión de asilo (raza, nacionalidad, religión, pertenencia a grupo social u opiniones políticas).
"Los albinos en África son considerados un mal augurio o un factor de buena suerte. Es lógico que tema por su vida, porque, según los distintos pueblos y etnias, su cuerpo puede ser objeto de sacrificio", explica Juan Carlos Lorenzo, director gerente de CEAR en Canarias.
La falta de pigmentación en la piel afecta a una de cada 20.000 personas de raza blanca, un porcentaje que aumenta hasta una de cada 4.000 entre las de raza negra. En África, los negros albinos sufren numerosas enfermedades en la piel, que derivan en cáncer, y en la vista, que les llegan a causar ceguera. Pero ése no es el peor de sus temores.
La situación de los albinos en África varía según los países. En líneas generales son repudiados y expulsados de sus clanes, lo que ha originado la creación de varias ONG que acuden en su ayuda. La canadiense Under the Same Sun (www.underthesamesun.com) advierte de las matanzas que sufren los albinos en Tanzania, donde cada año son asesinados entre 60 y 70 de ellos en rituales. Sus dedos son utilizados como amuletos y con su sangre se elabora el muti, una bebida que preparan los brujos locales en la creencia de que trae fortuna.
Uno de los albinos africanos más conocidos es el griot maliense Salif Keita, que en varias ocasiones ha reconocido haber sido expulsado de su casa cuando era pequeño, caminar centenares de kilómetros descalzo y vivir de las sobras antes de convertirse en una estrella internacional de la música.

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