Viaje al corazón de las novelas
La 2 estrena la serie 'Por la ruta de la memoria', escrita por Manuel Vicent
Delante de una cámara siente el mismo pavor que debió experimentar el papa Inocencio X ante los pinceles de Velázquez. "La televisión te agarra el alma y te la saca", dice Manuel Vicent mientras intenta reproducir la inquietante mirada del Pontífice. El escritor ha sabido ahuyentar sus miedos para dar la cara en la serie documental Por la ruta de la memoria -un viaje por ciudades envueltas en un halo literario que han sido escenario de obras universales- pese a que sus intervenciones son mínimas: "Es lo más parecido a un cameo".
Pero su sombra se nota a lo largo y ancho de las cuatro etapas del programa, aunque sea Mercedes Sampietro quien pone voz a sus textos. Por la ruta de la memoria, que La 2 estrena mañana (22.00), transcurre al ritmo de las estaciones. Visita la primavera siciliana de la mano de los clásicos griegos y latinos, con especial atención a Platón. En pleno solsticio de verano clava la mirada en las noches blancas de San Petersburgo y pasea por los barrios en los que Dostoievski ambientó Crimen y castigo; en otoño recorre la brumosa Dublín que dibujó Joyce en Ulises, y ya en invierno acaba el periplo junto a las desoladas y pétreas calles de Praga agarrado a Kafka.
El escritor toma el pulso a Sicilia, San Petersburgo, Praga y Dublín
Sigue el halo de los clásicos griegos y latinos, Dostoievski, Kafka y Joyce
"Es una serie de amor a Europa y a la cultura europea. Abominamos de esa parte de la cultura americana de la codicia o la trivialidad", dice su director, Juan Manuel Martín de Blas, que cerró con esta obra 40 años y cuatro meses en la televisión pública. "Es una serie póstuma para muchos de los que trabajamos en ella", confiesa. "Una serie clásica", matiza Vicent, "hecha por un extraordinario equipo de realización y en un momento en el que no se miraba sólo la rentabilidad económica". Y es que la rentabilidad es el viejo litigio de la televisión, aunque productos como éste suelen tener un largo recorrido en el Canal Internacional.
La serie echó a andar en 2006, pero es como si se hubiera rodado ayer. Vicent asegura que está realizada "de una forma honesta, sencilla, natural y buscando ese lado perenne de las cosas, la cultura, los paisajes, las palabras y las gentes". Y añade: "Pasan los años y queda un poso, porque lo único que pasa de moda es la moda y lo que mejor envejecen son las imágenes".
Rodada como si de una película de viajes se tratara, Por la ruta de la memoria no es una colección de postales ni una guía de monumentos. "Son travesías por ríos, cafés, artistas, carreras de caballos, islas míticas y sobre todo por las gentes, las personas que habitan espacios envidiables que fueron evocados por escritores lúcidos y que hoy son rescatados por la mirada de Manuel Vicent", subraya Martín de Blas, que no oculta su fascinación por cementerios y mercados, "el alfa y omega de la vida de los seres humanos". Unir un escritor, un país y una estación del año es como unir encrucijadas, remarca Vicent, que ha querido reflejar "el pálpito de la calle".
La serie arranca mañana en Sicilia para seguir las huellas de la mitología clásica. Visita Siracusa y se adentra en Oreja de Dionisio para invocar a Platón en la misteriosa cueva, viaja a la isla de Ortigia para rememorar a Homero y, en un salto en el tiempo, se traslada a Stromboli para rodar los fogonazos del volcán y recordar a Rosellini. En el camino, recorre las calles y mercado de Palermo y se acerca a la localidad de Corleone sólo dos días después de que fuera detenido el jefe de la Mafia siciliana, Bernardo Provenzano, capturado en una granja de gallinas. "Un viaje a Sicilia en primavera es una forma sensual de entender la vida o si se prefiere, una exploración del verdadero Sur, que se halla dentro de uno mismo", narra Vicent.
La siguiente estación discurre en San Petersburgo, donde los viajeros vivirán el jolgorio de la noche de San Juan, visitarán el Ermitage -donde están "los verdaderos zares de la cultural", apunta Vicent- y la tumba (como no podía ser menos) de Chéjov.
La sombra de Joyce planea sobre el capítulo dedicado a Irlanda. En Dublín tropezarán con lo que Martín de Blas considera "gente muy simpática" y Vicent llama "borrachos católicos", se aproximarán a los acantilados de las islas Aran y asistirán a carreras de caballos en improvisados hipódromos en plena campiña irlandesa.
El invierno caerá sobre Praga y el majestuoso Puente Carlos atestado de turistas y los viajeros harán una (inevitable) visita al cementerio donde está enterrado Kafka.
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