La fotovoltaica se queda sin energía
La industria acusa al Gobierno de cortar las alas a un sector con potencial de futuro
BP Solar ha comunicado esta semana el cese de sus actividades productivas en España. La filial de la multinacional energética cierra sus dos factorías, dedicadas a la fabricación de células solares fotovoltaicas y al montaje de módulos, y reduce 480 empleos.
El ambiente en la industria de equipos para el sector solar fotovoltaico, con grupos como Isolux-Corsan, Bergé, BP o Gestamp, es harto sombrío. Habituados a la explosión de parques solares de los últimos dos años -se habló de burbuja-, que llevó la potencia instalada de 144 a 2.661 megavatios (MW) entre 2006 y 2008, la mayor parte de las empresas proyectaron cuantiosas inversiones industriales. Ahora, estas instalaciones están en dique seco o trabajando al 30% o 40% de su capacidad. O lo que es peor, echan el cierre como las de BP.
Las ventas se han desplomado en unos meses y no hay nuevos pedidos
Gamesa, Siliken e Isofoton buscan en el exterior una tabla de salvación
La frustración es aún mayor debido a que el año pasado se batieron récords mundiales de instalación de potencia en España, unos 2.000 megavatios, la mitad de todo lo instalado en el mundo. Una marea que llevó los ingresos de empresas como Isofoton a pasar de los 28 millones de euros en 2000 a los más de 300 en 2008. La desmesura en la instalación de parques en el pasado año se explica por la publicación del decreto 1578/2008 en septiembre último que llevó a las firmas promotoras a culminar todos sus proyectos antes de la fecha fatídica.
El nuevo decreto, aprobado para racionalizar un sector desbocado -e inviable debido a la elevada repercusión de los costes de esta energía sobre la factura de la luz-, además de reducir la retribución del Kw/h desde los 41 céntimos a un abanico entre 32 y 34 céntimos, puso un tope de instalación de 500 megavatios al año. También estableció, en paralelo, un sistema de asignación trimestral de licencias, que elige los candidatos por orden de antigüedad. La industria aceptó sin resistencias la rebaja de la retribución dado el abaratamiento de los costes de producción de los equipos, lo que permite mantener la rentabilidad de los parques a niveles muy interesantes. "Sus precios han bajado un 30% en el último año" reconoce Carlos Navarro, presidente de Siliken.
Más tensión provocó el tope impuesto de 500 MW. "Es un tercio de un mercado como el alemán", explica Juan Laso, presidente de la AEF (Asociación Empresarial Fotovoltaica), "lo que merma la capacidad competitiva de la industria. Nosotros solicitamos que fuera de 800 MW, que se ajustaba más a la dimensión de España y a la capacidad de producción de nuestras empresas".
Pero, lo que más ha soliviantado a los industriales ha sido el retraso del Ministerio de Industria en aprobar las licencias. Pese a que la fecha tope era el 16 de enero, la lista no se hizo pública hasta el 19 de febrero. Teniendo en cuenta que los proyectos aprobados tardarán semanas en trasladarse a la industria, las empresas se quejan de que su situación se ha hecho insostenible. "Entre la finalización de los proyectos hasta el decreto de septiembre y el retraso en publicar las licencias llevamos seis meses parados", dice Laso. Una opinión con la que coinciden en Isofoton. "La industria ha estado paralizada por el cambio regulatorio desde septiembre de 2008 hasta hoy".
En el ministerio reconocen los retrasos, pero dicen que no son responsabilidad suya. Al menos en su totalidad. Un portavoz explica que "las empresas han presentado un aluvión de proyectos, más de 1.800, para las que no estábamos preparados". Además, muchísimos contenían errores, lo que obligó a revisar los expedientes uno por uno. Cerca de 770 no se admitieron por sus incorrecciones. Laso reconoce lo sucedido y dice que "habría que aplicar criterios más rigurosos en su admisión". La escrupulosidad del ministerio se debe también a que busca evitar situaciones de fraude como las denunciadas estos meses.
Entre la reducción de la capacidad permitida y los retrasos, las empresas se han encontrado con problemas. Algunas habían hecho inversiones -programadas en 2005 o 2006- que ahora no logran rentabilizar. T-Solar invirtió 80 millones de euros en una fábrica de paneles en Ourense, inaugurada en octubre, e Isofoton había aumentado su capacidad de producción a los 70 MW. Esta empresa, que ha tenido que hacer un ERE para 715 trabajadores, habría sido puesta ya a la venta por su dueño, el Grupo Bergé. Solaria, que valía 2.170 millones en Bolsa a principios de 2008, vale ahora 167 millones. El viernes comunicó que ha reformulado sus cuentas, admitiendo que, en lugar de los beneficios que había declarado, entró en pérdidas en 2008.
Gamesa Solaria, vendida en 2008 a un fondo de capital riesgo, se ha quedado sin ventas en España. "Con el decreto", explica una portavoz, "se ha reducido el potencial. No hay muchas oportunidades. Tenemos plantas solares en construcción en Italia, pero en España, ninguna. La facturación ha caído mucho". "Es muy desalentador", se queja Navarro, de Siliken, empresa que se ha visto obligada a prescindir de sus trabajadores temporales y que ha estado trabajando al 5% de su capacidad.
Y eso que, pese a que el tope de los 500 MW le pareció escaso al sector, el Ministerio de Industria ni siquiera ha logrado completar los 125 MW previstos para el primer trimestre. Concedió licencias sólo por 88,7 MW, lo que se debió a que apenas se presentaron solicitudes para techo, un segmento que el ministerio quería primar. El sector critica también el modo como se ha rediseñado el marco fotovoltaico. "No había necesidad", dice Navarro, "de haberlo hecho de golpe. En Alemania han adaptado el sector con reducción paulatina de la retribución".
En el sector se asegura que sin un decidido apoyo oficial y masa crítica en casa se pone en jaque una industria en la que España empezaba a ser una potencia. "El problema es que los competidores", dice Navarro, "Alemania, Japón, Francia..., nos van a acabar superando. Al final tendremos que comprarles los equipamientos. Y eso teniendo una industria puntera y que creaba empleo".
Lentitud exportadora
Entre tanto, y para compensar la reducción de expectativas en casa, las empresas se han lanzado con furia a los mercados exteriores. En Gamesa Eólica explican que "están trabajando en Italia. Hemos terminado dos parques y vamos a iniciar seis".
Isofoton, que a principios de 2000 exportó el 80% de su producción y hoy sólo el 30%, se ha reorientado hacia el extranjero, en especial hacia Alemania, Italia o EE UU. "Acabamos", dicen en la empresa, "de firmar el acuerdo para un centro productivo en Ohio, que ensamblará células producidas en la fábrica de Málaga". También Siliken espera encontrar un respiro "con la internacionalización iniciada hace año y medio".
Laso, de la AEF, cree, sin embargo, que las empresas españolas tardarán al menos dos o tres años en poder reemplazar sus anteriores cifras de ventas con la exportación. "Nos enfrentamos", dice, "a problemas como la crisis financiera y la tardanza de algunos países como Italia, Grecia o EE UU en avanzar con sus programas fotovoltaicos".
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