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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El regreso de Zabaleta

Cuenta la leyenda -recuerda el comisario de la exposición, José Ángel Marín- que Rafael Zabaleta, como hacían tantos artistas jóvenes, peregrinó a París para visitar a Picasso y enseñarle su trabajo. Llegó al estudio cargadísimo con los óleos, Picasso los distribuyó por todo el estudio y se puso en jarras para contemplarlos detenidamente, y después le dijo: "Vuelva usted a su pueblo, usted es un pintor puro y aquí estamos todos locos".

Esto fue en 1949 y Zabaleta ya había expuesto en galerías de Madrid y Barcelona. Volvería varias veces a visitar a Picasso, cuya etapa cubista le influyó y le moldeó, en París. Pero siguió aquel consejo y regresó a Quesada, provincia de Jaén, donde tenía una vida confortable, una "vida de señorito", como la definió Marín, en compañía de su madre, su tía y algunas criadas, y donde se convirtió en uno de los pintores más conocidos de la posguerra, hasta morir en 1960, el año en que su pueblo inauguraba un museo dedicado a él y la Bienal de Venecia exhibía 16 óleos y 10 dibujos suyos en el pabellón de España.

Picasso, en París, le dijo: "Vuelva a su pueblo: es usted un pintor puro y aquí estamos todos locos"

El estilo de Zabaleta era muy conocido en Barcelona. Dejó huella en varios pintores; sus estampas campesinas, luminosas, pletóricas, que interesaban por igual a falangistas y contestatarios, se reproducían en las portadas de los libros, e incluso los ilustradores de revistas infantiles como Cavall Fort imitaban sus personajes de siluetas rotundas y rostros facetados, sus bodegones que tienden a lo sobrecargado y lo geométrico, sus animales, cuervos, liebres y gatos de sonrisa inquietante. Buena parte de la selección de su obra que expone Caixafòrum hasta el 17 de mayo procede precisamente de colecciones privadas de Barcelona, especialmente de la del crítico y jurista Cesáreo Rodríguez Aguilera, que lo avaló y celebró. El señor Marín dijo tener detectados a 60 propietarios de obra de Zabaleta en esta ciudad.

La exposición se organiza según los temas recurrentes en la obra del pintor: Espacio interior, Tipos humanos, Paisajes y Universo rural (especialmente esos campesinos enjutos y de barba cerrada que son la marca inconfundible de su estilo).

Dionisio Ridruejo y Pedro Laín glosaron su arte en sendas conferencias; Gerardo Diego y Luis Felipe Vivanco le pusieron en versos. Eugeni d'Ors fue a ver su primera exposición en Madrid en 1942 y luego publicó en la prensa un ditirambo muy vehemente: "Ignoro el año en que nació en Quesada, provincia de Jaén, el pintor Rafael Zabaleta. Tal vez un día se escogerá convencionalmente este dato como principio de la era en que se consumó una revolución decisiva en la pintura española. (...) Lo característico de este pintor es la brillantez alucinante, la turgente plenitud. Para buscar algún término de comparación tenemos que recurrir a los mosaicos, a San Marcos de Venecia o a San Vitale de Rávena". Elogio un pelín exagerado que, según escribe en el catálogo José Marín-Medina, responde a que el gran Xènius planeaba convertir a Zabaleta en emblema y punta de lanza del género de arte renovador que, bajo el lema Innovación sin ruptura, iba a apoyar la dorsiana Academia Breve de Crítica de Arte.

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