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Columna
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Pánico Popular

Los dirigentes del Partido Popular parecen dispuestos a cambiarle el nombre al partido, que pasaría a llamarse Pánico Popular.

Eso al menos se deduce del aluvión de declaraciones alarmistas de varios dirigentes populares sobre la fallida fusión entre Unicaja y Caja Castilla La Mancha (CCM).

El pasado mes de febrero, María Dolores de Cospedal ordenó la dimisión de los consejeros del PP en el Consejo de Administración de CCM, ante el anuncio de una posible fusión con Unicaja. Entre ellos, por cierto, estaba su compañero sentimental, Ignacio López del Hierro, muy ligado al sector inmobiliario. De Cospedal envió también un mensaje "tranquilizador" a los clientes de CCM: "No es necesario que saquen sus ahorros".

Me eché a temblar.

Mes y medio después, hemos sabido que aquella semana, la que va del 16 al 22 de febrero, los impositores retiraron 360 millones de euros. En un solo día, salieron de las arcas de la caja 103 millones. En total, más de 1.000 millones se han fugado de la entidad manchega en un par de meses. Aunque CCM ya estaba tocada por sus fuertes inversiones en el sector inmobiliario, es indudable que el pánico sembrado por el PP agravó aún más su crisis.

Desde que el 16 de febrero los presidentes Chaves y Barreda dieran el visto bueno a la fusión/absorción, se observó el doble discurso de los populares. Los de Málaga la aplaudían. Los dirigentes regionales andaluces, dudaban. La dirección nacional se oponía de forma virulenta, porque "se había gestado en la sede del PSOE". Pero la iniciativa partía del Banco de España.

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Lo que se ocultaba detrás de la reacción del PP era el miedo a que la entidad resultante, que se convertiría en la quinta caja del país, quedara en manos del presidente andaluz.

El 3 de marzo, Unicaja y CCM informaban de que habían "alcanzado unas bases de acuerdo para la propuesta de integración". Añadían que se iniciaba la revisión contable y el "aseguramiento de garantías financieras" para la unificación. Unicaja exigía que el Banco de España garantizara los fondos suficientes para no salir perjudicada tras la absorción.

El pasado viernes, esas garantías no se vieron cumplidas. Braulio Medel, presidente de la caja malagueña, abandonó el proceso de fusión al considerar insuficiente el aval que le ofrecía el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez: 1.500 millones frente a los 3.000 que, de acuerdo con una auditoría encargada por la propia Unicaja, reclamaba Medel. El banco emisor tomó la decisión de intervenir CCM y aportar 9.000 millones.

Otro punto que quedó claro en aquellos días de febrero fue que la posible fusión entre Unicaja y CCM no debía entorpecer otra pendiente, la de Cajasol con la entidad malagueña. Así lo señaló Chaves el 16 de febrero en Málaga.

Retomado ahora ese proyecto, suenan de nuevo las alarmas sembradoras de pánico. El secretario general del PP, Antonio Sanz, pide a Chaves que "no dé más pasos en falso y deje de impulsar fusiones interesadas". En el colmo del cinismo político, le pide que "deje trabajar en paz a los consejos de administración de las cajas andaluzas". Una tranquilidad que para sí querría Caja Madrid, cercada por la insaciable Esperanza Aguirre.

Estamos donde siempre: el PP andaluz no soportaría la existencia de una caja andaluza fuerte, si no está en sus manos. Por tanto, sembremos el pánico y hagamos creer que la fusión entre Unicaja y Cajasol sería una ruina.

Tomo prestada esta frase de José Blanco, vicesecretario general del PSOE: "Al PP no le importa que se derrumbe el edificio financiero, con tal de quedarse con el solar".

El PP debería tener cuidado, no vaya a ser que algunos de sus votantes comiencen a ver un cuervo donde antes veían una gaviota.

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