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Cae una red mafiosa china que explotaba a compatriotas

Que la mafia china pisa fuerte en Barcelona no es una leyenda urbana ni una fantasía popular. La mafia china existe y, aunque aún no ha penetrado en el gelatinoso mundo del narcotráfico, controla el negocio de la prostitución, falsifica a gran escala prendas de vestir, música y cine y, sobre todo, exprime a sus compatriotas hasta el último céntimo. El Cuerpo Nacional de Policía detuvo ayer a 54 personas en una nueva muestra del vigor de las bandas asiáticas. La mayoría de los arrestados están acusados de traer ilegalmente a compatriotas inmigrantes a los que, después, obligaban a trabajar y a vivir en condiciones cercanas a la esclavitud.

"Aquí cada día entran y salen un montón de chinos, pero van a su rollo. No molestan", explicó ayer José desde la puerta de la peña cultural andaluza Juan de Arcos de Badalona. Justo frente a ese local, en una calle tortuosa de trazo ininteligible, está una de las casas (fachada blanca, planta baja y barrotes en las ventanas) registrada a primera hora de la mañana. Agentes de los Grupos de Operaciones Especiales tuvieron que romper el candado de una habitación donde vivían, hacinadas, 10 personas.

La operación, planificada por la Unidad contra las Redes de Inmigración y Falsificación, se ha dirigido contra el núcleo de poder de la banda. Por eso, sólo cinco detenidos lo están por estancia irregular. Al resto se les acusa de asociación ilícita, falsificación de documentos, tráfico ilegal de personas y detención ilegal.

Una deuda imposible

Los funcionarios registraron nueve pisos y dos restaurantes, donde hallaron 30.000 euros y 60 pasaportes falsificados. La mayoría están ubicados en la zona limítrofe entre Badalona -el polígono sur de la ciudad se ha ganado el sobrenombre de Mercachina- y Santa Coloma de Gramenet, donde se editan dos publicaciones en mandarín.

La organización mafiosa se dedicaba a facilitar documentos falsos a ciudadanos chinos que se encontraban en España en situación irregular. Por esas gestiones cobraban unos 3.000 euros. También ofrecían el paquete completo: viaje desde China y papeles por 20.000. El coste, sin embargo, era mucho más elevado para las víctimas. Una vez en Barcelona, eran obligadas a trabajar "en condiciones deplorables" para saldar la deuda, según fuentes del caso. Algo que, por cierto, casi nunca lograban.

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