Entre déficit anda el juego
Entre los muchos indicadores de la coyuntura española publicados en las dos últimas semanas destacan los datos de comercio exterior de enero y los de la ejecución presupuestaria del Estado y de la Seguridad Social hasta febrero, sin olvidar otros igualmente importantes, como el Índice del Comercio al por Menor, la cifra de negocios y entrada de pedidos en la industria, las hipotecas realizadas y el Indicador de Actividad del Sector Servicios, con datos de enero, y las pernoctaciones en hoteles y entrada de turistas de febrero. Todos ellos muestran que el brusco descenso de la demanda y la producción que se produjo en el cuarto trimestre de 2008 se ha intensificado en el primero de 2009. Con excepción del comercio al por menor, todos los demás presentan caídas interanuales de dos dígitos y más abultadas que las del trimestre anterior.
Familias y empresas hacen aceleradamente sus deberes, en parte porque no hallan financiación para su déficit
Los indicadores muestran que el brusco descenso de la demanda y la producción se ha intensificado en 2009
Los datos de comercio exterior son muy representativos de la tendencia de nuestra economía (y de la internacional). Las exportaciones de mercancías [gráfico superior izquierdo] disminuyeron en enero un 25,7% en valor respecto a un año antes y algo menos en volumen (23,6%), dado que se produjo un descenso de los precios, lo que también es indicativo de la contracción que sufre el comercio internacional. Éstas son tasas similares a las que registraron las exportaciones de la UE en dicho mes y suponen una notable intensificación del ritmo de caída que mostraban en el cuarto trimestre (8,4% en volumen). Por zonas geográficas, las caídas de las destinadas a la UE y fuera de la UE son similares, lo que indica que la recesión es global y de intensidad similar en todo el planeta.
A pesar de este retroceso de las exportaciones, el déficit comercial [gráfico inferior izquierdo] se redujo a la mitad respecto a enero de 2008 y la tasa de cobertura (porcentaje de importaciones que cubren las exportaciones) aumentó hasta el 71,1%, algo no conocido desde 2004. Ello, obviamente, fue debido a que las importaciones disminuyeron aún más que las exportaciones, un 35,3% en valor y un 30,1% en volumen [gráfico superior derecho]. La caída de los precios es mayor que en el caso de las exportaciones, debido al mayor peso del componente de energía. El grupo de productos que más retrocede fue el de intermedios (-35% en volumen), que puede considerarse un indicador adelantado de la producción industrial y que se alinea con la caída que registró la entrada de pedidos en la industria en enero (-29,7%). Tampoco los bienes de capital se quedaron atrás (-32% en volumen), lo que nos indica cómo se está comportando la inversión en equipo de las empresas. La caída de los bienes de consumo no alimenticio fue bastante menor y similar a la del cuarto trimestre de 2008 (en torno al 19% en volumen), aunque la de los automóviles alcanzó un 31%.
La corrección del déficit comercial es una condición sine qua non para que la economía española pueda algún día retomar su ritmo de crecimiento tendencial de largo plazo, a la vez que viene impuesta por la restricción financiera exterior. Pero dicha corrección se complica cuando las exportaciones caen a las tasas comentadas. Por eso, no queda más remedio que ajustar brutalmente el consumo y la inversión fija para, así, bajar drásticamente las importaciones, que es lo que está sucediendo.
Familias y empresas están haciendo aceleradamente sus deberes, en parte porque no hallan financiación para su déficit, lo que implica fuertes caídas del gasto interno, de la producción y del empleo. Como consecuencia, los ingresos de las Administraciones públicas se vienen abajo, y ello, unido a que sus gastos siguen disparados, se traduce en un brusco cambio de su saldo de operaciones no financieras [gráfico inferior derecho]. Hasta febrero, los ingresos del Estado, en términos de contabilidad nacional, cayeron un 9,5%, y los de la Seguridad Social, un 4,8%, mientras sus gastos (que no incluyen prestaciones por desempleo del INEM) crecieron un 5,3% y 7,2%, respectivamente. De seguir así, la estimación de un déficit del 8% del PIB en 2009 para el conjunto de las Administraciones públicas puede quedar corta. En una situación cíclica normal, con la economía cercana a sus puntos de equilibrio, la teoría económica nos enseña que los aumentos del déficit público llevan aparejados aumentos del déficit exterior. Pero ahora nada de esto funciona igual. Estamos en recesión.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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