Button despierta de su pesadilla
Tras los éxitos de Hamilton, el británico se ha liberado de la presión de ser el gran referente de su país y disfruta de un coche puntero
Hacía tres temporadas que Jenson Button no lograba una pole position como la que ayer se adjudicó en el circuito de Albert Park a sus 29 años. Los últimos dos años, la estrella de la mayor promesa del automovilismo británico desde Damon Hill hasta Lewis Hamilton se había apagado por completo. Su deambular por el Mundial se había convertido en una auténtica pesadilla. Y el año pasado tocó fondo. Button concluyó 18º en la clasificación, tras haber sumado tres puntos en todo el campeonato. Se derrumbó.
No le ayudó en nada a mejorar su estabilidad mental que Honda anunciara que abandonaba su equipo de F-1. A la espera de lo que pudiera ocurrir, Button se había quedado sin coche. "Los últimos seis meses fueron de pesadilla", reconoció ayer el piloto británico, después de abrazar a su padre John, uno de los pocos que nunca le han retirado la confianza. El milagro lo hicieron posible Ross Brawn y Nick Fry, los dos responsables de la escudería Honda, que se negaron a tirar la toalla y dejar que el proyecto por el que habían estado luchando toda la temporada pasada acabara por hundirse. "Sabíamos que teníamos un buen coche y no nos quedó más opción que comprar el equipo para demostrarlo", dijo Brawn en el primer entrenamiento de su escudería en Barcelona.
"Hacía demasiado tiempo que no tenía un coche competitivo", reconoció aún emocionado Button en la conferencia de prensa posterior a la clasificación. "El último lo tuve en 2006, cuando conseguí mi quinta pole position en este mismo trazado. Desde entonces las cosas no funcionaron y mucha gente me fue abandonando. Unos pocos mantuvieron la confianza en mí. Pero la mayoría comenzó a dejar de creer que podía volver a ganar. Lo importante es que la gente del equipo siguió creyendo y trabajó para que el barco no se hundiera".
Las excelentes expectativas que había creado Button en su etapa formativa se concretaron en 2000, cuando el legendario Frank Williams le ofreció uno de sus volantes. Entonces tenía sólo 20 años y toda la ilusión por delante. También, como ha sufrido hasta la explosión de Hamilton, toda la presión de la afición británica por recuperar los laureles en la fórmula uno. Pero Williams ya no era la escudería brillante que le había dado el título a Damon Hill en 1996. Button no tenía experiencia ni coche para ganar. Y un año más tarde se fue a Benetton Renault, donde pasó dos años completamente inadvertido. Era británico y un buen piloto. Y el paddock no se olvidaba de él. En 2003, Honda le abrió los brazos y en 2004 logró su mejor temporada, concluyendo tercero en el Mundial. Pero en agosto de aquel año firmó un preacuerdo con Williams, que acabó sin cumplir porque prefirió seguir en Honda, visto que Williams había roto su compromiso con BMW y su futuro era incierto.
En 2006 Button logró su única victoria, bajo un diluvio en el Gran Premio de Hungría. Fue su último momento de esplendor. Ahora, liberado porque Hamilton acapara los focos, vuelve a la cabeza.
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