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Columna
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¿A las barricadas?

¿Será la política el arte de lo imposible o de lo previsible? La multiplicidad de mensajes en el entorno del PNV sobre la capacidad para gobernar el país incluso desde la oposición es una actitud que se mueve entre la rabieta y la voluntad sin que a fecha de hoy se sepa qué pesa más en la balanza. Habrá que esperar pero, en cualquier caso, extraña esa negativa que nos conduce una vez más al magnífico libro de Luis Cernuda La realidad y el deseo, cuyo título sirve para explicar tantas situaciones como la frase "Siempre nos quedará París" que culmina Casablanca. Lo peor de la política es cuando transita en el terreno de las amenazas, allí donde se pierden los argumentos razonables y se incide en el agravio. Nada va a pasar en Ajuria Enea que no haya pasado antes en ayuntamientos y diputaciones vascas. Visto lo ocurrido en algunos consistorios tras asesinatos, secuestros, extorsiones y bombazos, el pacto PSE-PP, con todas las lecturas legítimas que pueda suscitar, parece un juego de niños comparado con lo de Mondragón tras el asesinato de Isaías Carrasco.

Le convendría al PNV y al mundo nacionalista democrático (el otro es una entelequia) reflexionar sobre eso una vez pasado el sarpullido postelectoral. Le convendría aprender de CiU que, una vez consumado su desalojo de la Generalitat por un tripartito (también Ibarretxe gobernó con un tripartito y algunos apoyos indeseables pero oportunos), entendió cuál era su papel en Cataluña y en España y redujo la estridencia a algunos aspavientos electorales.

Políticamente, el pacto PSE-PP, con las elecciones europeas a la vista, puede resultar complejo. El PP anuncia que va a movilizar a José María Aznar en apoyo de Mayor Oreja, dos pesos pesados del muro granítico de tiempos pasados. La confrontación es máxima. Pero la política tiene muchos ejes sobre los que apoyarse y sobre los que soportarse. El PNV también ha apostado históricamente por la centralidad, que le ha permitido pactos de todo tipo (incluso con su escisión) y ha sido alabado por ello, por su ductilidad, por su sentido de la responsabilidad general.

Hay muchas Euskadi, pero están en ésta. Nadie sabe cuánto durará el Gobierno de Patxi López, como sería imposible saber cuánto duraría si se produjera el Gobierno de Ibarretxe con los actuales resultados. Pero hay algo irreductible en ambos casos. La lucha contra el terrorismo y las medidas contra la crisis económica deben ser una cuestión de país. Luego se puede discutir sobre el euskera, sobre EITB, sobre el modelo A y el modelo D, sobre Osakidetza, sobre la política industrial, sobre el apoyo a la cultura.

Estas son cuestiones de gobierno, las otras dos (terrorismo y crisis económica) son cuestiones de Estado. Quien no lo entienda, en el gobierno o en la oposición, se habrá echado a las barricadas. Y ha llovido mucho desde mayo del 68.

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