_
_
_
_
_
Entrevista:Manuel Chaves | Presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía | Miradas sobre Euskadi

"El PNV terminará asimilando la situación sin amenazar"

"Tengo un gran respeto por el PNV, que, junto al PSE, ocupa un lugar central y esencial en la sociedad vasca. También comprendo que no es fácil de asimilar la posible pérdida del Gobierno vasco después de 30 años, y en ese contexto hay que entender las desafortunadas reacciones de algunos de sus dirigentes. Sin embargo, el PNV tiene que entender que no tiene un derecho natural al Gobierno de Euskadi, y que, si se conforma una mayoría alternativa en el Parlamento vasco, tendrá que pasar a la oposición y reflexionar seriamente sobre los motivos por los que ha perdido la confianza de buena parte de la sociedad vasca".

En el pequeño despacho que ocupa en su condición de presidente del PSOE en la sede de la madrileña calle de Ferraz, Manuel Chaves, en mangas de camisa y corbata a rayas, se acomoda en el sillón de cuero negro. Tranquilo, habla pausadamente, como eligiendo con cuidado cada palabra. El también presidente de la Junta de Andalucía ha acudido, como cada lunes, esta mañana a la capital para asistir a la reunión semanal de la ejecutiva federal de su partido, en la que, actualidad obliga, se ha tratado una vez más sobre la situación política del País Vasco. Frente a él, una pequeña biblioteca con ejemplares de la revista Cuadernos de Alzate, unos pocos libros sobre la historia del PSOE, entre ellos El exilio de los niños republicanos, o un ejemplar de Tres ensayos liberales, de José María Ruiz Soroa. En las paredes, sobriamente decoradas, sólo destacan un gran dibujo que representa a Pablo Iglesias, un grabado del pintor malagueño Evaristo Guerra, al lado del cartel que sirvió para conmemorar los 125 años del partido.

"El PNV debe entender que no tiene un derecho natural a gobernar"
"Patxi López será un 'lehendakari' que no divida, que no radicalice"
"Deshice las maletas y me llevaron ante Rubial, quien me dio la 'bendición"
"Mi carrera política en el partido y fuera le debe mucho a los compañeros vascos"
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
"Estamos seguros de que ETA es una banda muy debilitada. Poco a poco se irá apagando"
"Patxi López es quien está en mejores condiciones para liderar la unidad frente a ETA"
"Asuntos personales tuvieron influencia en la ruptura entre la UGT y el PSOE"
"En una reunión, el 'lehendakari' me recordó que fui su profesor en Sarriko"
"No es fácil de asimilar la posible pérdida del Gobierno vasco después de 30 años"
"Nicolás quiso tener su influencia en las decisiones del Gobierno de Felipe"
"Las aventuras políticas de Ibarretxe han provocado más división en la sociedad vasca"
"Me siento muy próximo a los socialistas vascos, que son un ejemplo para todo el PSOE"
Más información
Basagoiti garantiza que habrá un acuerdo por escrito con el PSE

Desde hace tiempo, Chaves se muestra particularmente interesado por todo lo que ocurre en Euskadi y, de entrada, invierte los papeles y pregunta de forma insistente al periodista sobre las consecuencias de los resultados electorales del pasado 1 de marzo. No deja de sorprenderse por las reacciones que han despertado en las filas del PNV, aunque, con su proverbial optimismo, piensa que las aguas volverán a su cauce. "Estoy seguro de que terminarán asimilando la situación sin alarmar, sin asustar y sin amenazar, ya que otro comportamiento sería impropio de un partido democrático como es y ha sido siempre el PNV", resalta.

Su especial sensibilidad hacía lo vasco no es reciente. Su relación con Euskadi se inició hace 33 años, cuando el entonces joven profesor se trasladó a Bilbao para impartir clases de Derecho del Trabajo en la Facultad de Ciencias Económicas de Sarriko. Con "el visto bueno" de Felipe González y de Alfonso Guerra, y a pesar de que ha aprobado las oposiciones para la titularidad de un puesto en la Universidad de Sevilla, donde no cuenta con plaza, se traslada a la capital vizcaína después de rechazar la posibilidad de instalarse en Santiago, Valladolid o Zaragoza. Chaves ya había tratado con algunos de los veteranos dirigentes socialistas vascos, como Ramón Rubial, Nicolás Redondo o Eduardo López Albizu, Lalo, a los que había conocido años antes en reuniones clandestinas como las de Pau, Bayona o Toulouse, y, sobre todo, en el histórico congreso socialista de Suresnes en donde Isidoro, el sobrenombre que usaba Felipe González, fue elegido nuevo secretario general del PSOE.

"A mi llegada a la estación de Abando, la primera persona que conocí en Bilbao fue a José Recio, quien me sirvió de guía y con el que también trabaje en su despacho de abogado laboralista, asesorando a la UGT y al partido", recuerda. En esa época, el grueso de la militancia socialista se encuentra en la Margen Izquierda del Nervión y en el mundo obrero. Son contados los profesores liberales y los militantes en la capital, mientras el partido es casi inexistente en la Margen Derecha, exceptuando el núcleo histórico de Erandio, en donde la mayoría de veteranos socialistas han sido represaliados por el franquismo. "Recuerdo que todavía estábamos en la clandestinidad y que, nada más deshacer las maletas, me llevaron ante Ramón Rubial, quien para todos, después de 21 años de cárcel, era un gran símbolo y un ejemplo. Me recibió con su mono azul en su pequeño taller de la Alameda de Recalde, junto al puente de La Salve. Como siempre, habló poco, pero me dio el visto bueno, un poco la bendición". Y ríe.

Pocas semanas después, Chaves se instala en el centro del barrio getxotarra de Algorta, en la Avenida Basagoiti. Hasta allí se trasladan su esposa, Antonia, y su hijo Iván, al que inscribe en la ikastola cooperativa San Nicolás. En una zona donde no existe el partido, le encargan montar el primer embrión socialista. Será un pequeño núcleo que irá creciendo, contando como base con antiguas familias republicanas, jóvenes profesores y algunos hijos de inmigrantes. Es un mundo difícil, a veces hostil, rodeado por familias monárquicas o franquistas en Neguri, y de gran influencia nacionalista en las zonas rurales de Getxo, Berango o Sopelana. Crece en esa época la tensión al paso de la mayor concienciación política, y se inician campañas como las que piden la amnistía. Algunas veces, Chaves se tiene que quedar a dormir en Bilbao en una pensión, porque la principal carretera que une la capital con Getxo ha quedado cortada en Erandio o en el barrio bilbaíno de San Ignacio por controles policiales o por barricadas de los manifestantes.

De ese ambiente convulso y tenso no faltan los recuerdos ni las anécdotas, como una desenfadada que insiste en contar porque le marcó. Ocurrió cuando, al margen de su actividad política, acababa de ser nombrado miembro de la ejecutiva confederal de UGT: "Desde pequeño odio el bacalao y desde que llego solo a Bilbao todo el mundo, como queriendo corroborar la hospitalidad de los vascos, se siente en la obligación de invitarme a su casa a comer. Todos son militantes del partido y casi siempre me ponen bacalao, que me es imposible comer. Un día, ante esta situación tan incomoda, le pido a Victor, el secretario del partido, que mande una circular a los compañeros para que, ante una futura invitación, eviten ponerme bacalao, por el que siento verdadera alergia. Sí, lo pase muy mal, hasta que se corrió la voz".

Al margen de sus clases y su trabajo como asesor jurídico y sindical, Chaves se dedicará también a impartir cursillos de formación, charlas y conferencias a militantes o simpatizantes de la Margen Izquierda en Sestao, Barakaldo o Portugalete. "Después de tantos años de silencio, la gente necesitaba que le hablaran, aprender, formarse".

En otro campo político, el actual presidente andaluz, tendrá poca relación con el nacionalismo. A Juan de Ajuriaguerra y a Xabier Arzalluz les conocerá más tarde y poco. "No era mi área, lo hacían otros", rememora. Sin embargo, sí mantuvo muchos contactos con el entonces secretario general de ELA y posteriormente con José Elorrieta, al que conoció en un viaje que hicieron juntos a India en representación de ELA y de UGT.Con la central nacionalista la relación fue "normal", aunque era una época de mucha competencia. En aquel momento se registró el gran debate sobre la oportunidad o no de participar e infiltrarse en los sindicatos verticales. "ELA estaba mucho más cerca de UGT, y UGT de ELA que de CCOO, que era partidaria de entrar en el sindicato oficial del régimen y fagocitarlo, como defendía Ramón Ormazabal, el líder del PCE vasco, quien acababa de salir de la cárcel", apunta Chaves. Con los comunistas sus relaciones eran periódicas y se centraban la mayoría de las veces en dos personas: Tomas Tueros, de CCOO, y Roberto Lertxundi, por el PCE-EPK.

Esos meses nos acercan a las vísperas de las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. Chaves entra en el séptimo puesto de la candidatura socialista por Vizcaya para atraer el voto de los inmigrantes de origen andaluz. Es un propósito que no se cumplirá, porque el partido decide a última hora colocarle como cabeza de lista por Cádiz, acabando así su larga estancia en el País Vasco. "Euskadi fue para mí una experiencia muy positiva desde el punto de vista humano y político. Conocí y aprendí mucho de los vascos. Hoy puedo decir que incluso mi carrera política dentro y fuera del partido le debe mucho a los compañeros vascos, que siempre me ayudaron y empujaron".

Chaves ha vuelto a Andalucía y es diputado en el Congreso, pero mantiene estrechas relaciones con sus compañeros vascos, en particular con el entonces presidente del PSOE, Ramón Rubial, y con Nicolás Redondo. Son muchos años juntos, años de clandestinidad, de transición, de oposición, del referéndum autonómico andaluz y de la llegada al poder de los socialistas en 1982. A partir de ahí, las relaciones con la UGT se irán deteriorando y la ruptura con su viejo amigo Redondo resultará definitiva tras la huelga general del 14 de diciembre de 1988. Ese desencuentro había empezado años antes, cuando Felipe González forma su primer Gobierno y se llega a una situación totalmente nueva. Obligatoriamente, se debía plantear la cuestión de la autonomía de UGT en relación con el partido y el Ejecutivo. ¿Cómo un sindicato puede apoyar al Gobierno? Chaves opina que esa separación, absolutamente necesaria, no se hizo bien, y los planteamientos políticos se mezclaron con los personales.

"Desde el principio, creo que Nicolás quiso tener su influencia en las decisiones del Gobierno de Felipe. 'Yo soy secretario general de UGT y tú del PSOE'. 'Pero yo tengo que decidir de políticas y de estrategias'. Ése fue el gran factor de desunión, de separación y de confrontación entre los dos. Mi apreciación es que las cuestiones personales tuvieron una gran influencia en la ruptura entre la UGT y el partido en aquella época. Ruptura definitiva con la convocatoria de la huelga general por parte de UGT y CCOO, que me coge siendo ministro de Trabajo". Se le nota todavía dolido al hablar de esos difíciles momentos.

No así cuando recuerda con afecto a Ramón Rubial y a Lalo López Albizu, padre de Patxi López, que son los dos vascos que más le impresionaron: "Con Lalo tuve la suerte de compartir, durante nuestros años de diputado, una humilde casita en la plaza de Tirso de Molina. Aprendí mucho con él. Era un ejemplo de honestidad y dedicación a sus ideales. Además, tenía buen saque comiendo".

En cuanto a Rubial, destaca la experiencia que le daba su gran conocimiento del partido, su intuición para captar lo que estaba pasando dentro del PSOE y su sentido común para resolver los problemas. Sentido común que trasladaba en pocas palabras; los años de cárcel y de clandestinidad le habían enseñado a ser conciso, directo y claro. Chaves tuvo el privilegio de vivir una gran sintonía con él, tanto a nivel personal como político. Recuerda que Rubial mantuvo muy buenas relaciones con Ajuriaguerra en el "interior", así como con varios miembros del Gobierno vasco en el exilio, con quienes se entrevistó muchas veces en Francia.

- Después, ya como presidente de la Junta de Andalucía, ¿qué relaciones ha mantenido con los lehendakaris Ardanza e Ibarretxe?

- "Ardanza iba mucho por Andalucía de vacaciones, y algunas veces me llamaba a título privado y almorzábamos juntos. Después, con Ibarretxe, al que he conocido como presidente de la Junta, he tenido una buena relación, aunque más institucional. Hemos coincidido en la reunión de presidentes autonómicos, y también en una cita que solicitó después de su entrevista con Aznar. Entonces yo era presidente de la gestora del partido, antes de nuestro congreso que eligió a Zapatero. Me acuerdo que en uno de esos encuentros, el lehendakari me recordó que fui su profesor en la Facultad de Sarriko".

- ¿Y qué tal alumno era?

- "No le recuerdo bien; sería muy discreto. Luego he mantenido un contacto normal, correcto, aunque he estado en profundo desacuerdo con su planteamiento soberanista. La ansiedad para lograr ese objetivo le ha llevado a demasiadas aventuras políticas y huidas hacia adelante en operaciones no muy bien pensadas, que al final le han llevado a callejones sin salida, que a su vez han provocado más división en el seno de la sociedad vasca".

Cuando Chaves se marchó de Euskadi, los muertos anuales se contaban por decenas; más de treinta años después, aunque con cifras menores, la escalofriante historia de ETA perdura. Ahí están como trágico ejemplo los asesinatos de Inaxio Uria o de Isaías Carrasco. "Siempre que ETA mata sentimos rabia e impotencia. Recuerdo, por ejemplo, el dolor que me produjeron las muertes de Enrique Casas o Fernando Múgica, porque eran amigos míos y les había conocido durante mi estancia en el País Vasco. Como presidente del partido es insoportable que maten a un militante, pero como persona cualquier muerte es una tragedia, y es muy duro padecerlo".

El presidente del PSOE considera que ETA se encuentra en un proceso de huida hacia adelante y que tiene que reflexionar, porque todos estos años de asesinatos y de terrorismo para intentar lograr sus objetivos han sido inútiles y no han servido para nada. "Han fracasado y muchos lo saben. Estoy convencido de que esto acabará. Siempre que mata parece seguir siendo una banda fuerte y poderosa, pero los que sabemos y conocemos algo estamos seguros de que ETA es una banda muy debilitada. Poco a poco se irá apagando, y perderá apoyo social. Por supuesto, estoy convencido de que acabaremos con ETA, más bien pronto que tarde, porque lo que trata es de subsistir".

Terminado el asunto de ETA, Chaves desea volver a la actualidad y abordar la posibilidad de que un socialista llegue a la Lehendakaritza. Conoció a Patxi López de niño, cuando le llamaban Patxo y era dantzari en un grupo de baile de Portugalete. Se acuerda de las calles empinadas, como la de Coscojales, de la casa de sus padres, de algún bar del Casco Viejo y de algunos jóvenes que echaron sus colmillos en el partido y que han representado lógicamente el proceso de renovación importante: "Patxi y todos los compañeros del PSE han logrado un resultado histórico, fruto de su buen hacer en los últimos años, de su compromiso por la paz y de su honda conexión con la sociedad vasca. No hace falta que le diga que me siento muy próximo a los socialistas vascos, que son un ejemplo para todo el PSOE. Sus resultados, además, expresan la voluntad de cambio de los vascos y Patxi López hace bien en liderar ese deseo de cambio, proponiéndose como lehendakari. Si logra la investidura, estoy seguro de que será un gran presidente, en todos los órdenes, un lehendakari que no divida, que no radicalice, que no coloque a la sociedad en un callejón sin salida. Estoy seguro de que Patxi es el que está en mejores condiciones para liderar la unidad frente a ETA".

Manuel Chaves, en su despacho oficial en la sede de la Junta en Sevilla.
Manuel Chaves, en su despacho oficial en la sede de la Junta en Sevilla.P. C.

Manuel Chaves

Hijo de militar, Manuel Chaves (Ceuta, 1945) conoció a Felipe González a finales de los sesenta y colaboró con él como abogado laboralista. Fue catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad de Sevilla, tras haber pasado por Euskadi como profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de Sarriko en 1976 y 1977. En esos años desarrolló una intensa labor de militancia en el PSOE y en la UGT, de cuya ejecutiva es miembro durante diez años. Elegido diputado por Cádiz en las generales de 1977, ocupará su escaño hasta 1986. Su estrecha amistad con Nicolas Redondo, facilitará su nombramiento como ministro de Trabajo (1986-1990). Ese año deja el Gobierno para hacerse cargo de la Junta de Andalucía, que preside desde entonces, cargo que comparte con la presidencia del PSOE.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_