"Somos los Killers, para serviros"
Los de Las Vegas prueban ante 15.000 personas que son la banda del momento
La imagen, a las puertas del Palacio de los Deportes, media hora antes del concierto de The Killers, era la siguiente. Una chica de 19 años, ligeros toques de maquillaje, zapatillas All Star de color rosa, vaqueros y camiseta. En la mano derecha, un teléfono móvil con el que envía un mensaje a una amiga: "Hmos kedao puerta pripal del palacio". En la mano izquierda, otro móvil por el que habla con su madre en tono jo-mamá-no-seas-pesada: "Sí, no te preocupes, que me lleva a casa Marga después del concierto, y ella ya sabes que nunca bebe".
Mientras realiza con pericia las dos operaciones se atreve con una tercera y define a The Killers: "Son un poco como Oasis, ¿no?". Empanada mental. Es lo que ocurre cuando un grupo de pop se pone de moda, y The Killers es la banda del momento. Los de Las Vegas suenan en las radiofórmulas, visten pintones sobre una buena percha, componen canciones efectivas y llenan sus conciertos, como el de anoche, con las 15.000 entradas vendidas un mes antes: se pagaban en la reventa 100 euros por unas entradas que costaron 35.
El grupo no permite la presencia de fotógrafos en sus actuaciones
La amiga de la malabarista de los móviles se mostraba sincera: "Yo sólo conozco de ellos la canción que suena en la radio, Human, y como venían unas amigas me he apuntado. Además, Brandon es moníiiiisimo".
Efectivamente, Brandon Flowers es el apuesto líder de The Killers. Y ejerció de ello en cuanto ocupó el escenario del Palacio y atacó el primer tema, Human. Discutible decisión visto lo antes relatado: a los cuatro minutos, el concierto se había acabado para los que sólo se sabían ese tema. Al rematar la canción, muy voluntarioso con el castellano, Brandon gritó: "Buenas noches. Somos los Killers, para serviros".
Anoche se vistió todo de negro, coronando su indumentaria con unas horterísimas hombreras peludas que se le perdonan porque es taaaan guay... El cantante, de 27 años, mormón y con un retoño de dos años, alterna durante todo el concierto un tono de voz que parece robado a partes iguales del diafragma de Bono (U2) y del de Robert Smith (The Cure), con un tecladito diseñado en forma de K que azota con precisión para conseguir un sonido ochenteno.
Un dato para comprobar lo que representa The Killers en 2009. Hace cuatro años el grupo visitaba por primera vez Madrid. Actuó en la sala Coppernico ante sólo 400 personas y luego los cuatro se fueron a pinchar a la Vía Láctea, mítico club de Malasaña. Se podía charlar allí sin problemas con ellos. Hoy, la banda no permite fotógrafos en sus actuaciones: la fotografía de esta crónica está facilitada por el propio grupo. Algo así ni Madonna. Qué cosas, madre.
Todas las virtudes y los defectos de los Killers se concentran en la figura de Brandon, sobre todo porque los otros tres killers ejercen de estatuas.
Ya hemos citado su poderosa voz, que explota en unas canciones tan coreables como Spaceman, Read my mind o Bones. En el aspecto negativo señalar que es un líder al baño María, pero que no termina de hervir. Parece que va a entrar en ebullición de forma inevitable, en un momento dado apostarías tu sueldo a que sí, pero en el último momento no ocurre.
Carece Flowers del apabullante poderío que demostró, por ejemplo, en este mismo escenario Chris Martin (¿concierto del año el de su Coldplay?).
Pero no seamos crueles: al fin y al cabo estamos hablando de un grupo con sólo tres discos, y es lunes, todo el mundo está remolón después de un largo puente y mola decir que anoche viste al grupo del momento.
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