"Me gustaría cantar con un guitarrista flamenco"
Agitadora de conciencias y dueña de una voz de registros casi sobrenaturales -tres octavas y media-, Diamanda Galás es la misma persona fuera y dentro del escenario. La diva oscura de la vanguardia neoyorquina es inteligente, solidaria ante la injusticia y provocadora. Norteamericana de nacimiento (San Diego, 1955), hace gala de sus raíces mediterráneas y le canta al amor y a la muerte a corazón abierto, con una sinceridad que conquista a muchos y molesta a unos pocos.
La cantante, pianista y compositora abre hoy la quinta edición del Festival Internacional Spoken Word en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, una cita que incluye también -hasta el domingo día 22- al escocés Irvine Welsh, autor de Trainspotting, o al dúo formado por Alexander Hacke y Danielle de Picciotto, entre otros.
"Al público español le llega más mi música que al del resto de Europa"
"Ahora hay música pagada y producida por y para pescado muerto"
"Yo me siento de muchas culturas. Soy americana, mexicana, griega de Anatolia y también espartana. La familia de mi madre viene de Esparta, donde hay unos rituales muy fuertes en torno a la muerte. Mi madre me contó que los Maniates eran guerreros profesionales y que cuando tenían un hijo decían: Mi nueva pistola ha nacido hoy. Ella siempre dice que yo soy como ellos, quizá por eso me siento más cómoda con la música de Asia Menor, con las canciones que he cantado desde que era pequeña", explicaba ayer en Sevilla Diamanda Galás, una artista convencida de que la música tiene el deber de luchar al lado de los más débiles, como lo hizo con su Plague Mass en 1990.
Entonces la artista apareció desnuda y cubierta de sangre en una especie de "concierto ritual" para denunciar cómo trata la sociedad a los enfermos de sida. Su hermano acababa de fallecer a consecuencia del virus.
La artista, que el domingo actuará en el festival Spoken Word, que también se organiza en Gijón, descubrió el flamenco a finales de los años ochenta, cuando actuó en España por primera vez. "Me gustaría mucho cantar con un guitarrista flamenco. Siempre he preferido colaborar con otros artistas pero, a veces, es difícil arreglarlo y, al final, lo hago yo sola", comenta Galás, quien después de ver grabaciones de Camarón y Tomatito, está empeñada en colaborar con el guitarrista almeriense.
"Tomatito es un músico formidable y creo que mi influencia de Asia Menor funcionaría muy bien con el flamenco, porque es una música con corazón. Por eso, precisamente, creo que al público español le llega más mi música que al del resto de Europa. En sitios como Alemania o Dinamarca no pueden sentirla de la misma forma y no me siento cómoda".
Para el concierto que ofrecerá hoy en el Lope de Vega ha seleccionado 13 canciones, no es supersticiosa, que interpretará en cinco idiomas: griego, francés, español, inglés y alemán.
En español, que ella habla con el acento mexicano que aprendió desde pequeña -"San Diego está a 10 minutos de México"-, cantará poemas de César Vallejo y del poeta y guerrillero salvadoreño Miguel Huezo Mixco. "Si la muerte viene y pregunta por mí, haga el favor de decirle que vuelva mañana", comienzan los versos de Huezo Mixco.
Su repertorio, tan ecléctico como la formación musical que recibió de su padre, incluye también poemas de Pasolini que ella misma ha musicado, temas country o el irónico Pardon me, I've got someone to kill (Perdóneme, tengo a alguien que matar), de Johnny Daycheek, un amigo suyo que pasó un tiempo a la sombra.
"Me crié oyendo los discos de mi padre. Música tradicional griega, jazz o clásica, especialmente a Mozart. Recuerdo que también tenía rancheras y mariachis mexicanos y, además, uno de La Niña de los Peines que no sé cómo llegó a sus manos", explica para justificar su amor por el "cante jondo".
"Sin embargo, ahora el público no puede elegir. Vayas donde vayas oyes a los mismos cantantes, los cinco que la industria discográfica ha elegido por ellos, con letras que no dicen más que tonterías. Me dan ganas de vomitar. Es música pagada y producida por y para pescado muerto", concluye convencida esta dama que lleva tres décadas enriqueciendo el mundo de la música y la palabra.
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