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Reportaje:EL JEFE DE TODO ESTO | Isaac Centellas

El ingeniero que vive deprisa

El director de área más joven de Metro considera que el servicio es seguro

Los teléfonos de empresa, ya se sabe, tienen mucho peligro. El de Isaac Centellas, director de Operaciones en el Metro de Madrid, lleva año y medio sin que su titular haya podido oprimir ni una sola vez el botón de apagado. Lo malo no es que suene a todas horas, sino que puede sonar a cualquier hora. Si a las cuatro de la madrugada, pongamos por caso, se produce alguna incidencia en el fluido eléctrico de una catenaria (el cableado que suministra energía a los trenes), Isaac Centellas es el primer habitante de esta ciudad en enterarse. No sucede con frecuencia, pero tampoco sería la primera vez. En estos casos se impone ducha rápida, carretera e inspección in situ. Pocos ejemplos mejores de lo que se entiende por "gajes del oficio".

Centellas fue subcampeón provincial de los 100 metros lisos

Centellas, madrileño de 39 años (aparenta alguno menos, pese al traje), es cordial, dicharachero y se expresa con una voz didáctica y suave. Tiene en casa a dos pequeñajos, Bruno y Martín, a los que no ve tanto como le gustaría. Lleva 12 años en la empresa y su progresión ha sido meteórica.

Comenzó casi de pipiolo, pero de la gestión de este ingeniero industrial dependen hoy 4.400 de los 7.700 empleados de la entidad; entre ellos, los 1.900 conductores, más una pléyade de técnicos y personal de estación. ¿Una responsabilidad abrumadora? "En último extremo se trata de promover un trato más cálido y humano, entre nosotros y ante los usuarios. Y cuento con una gran ventaja: el sentimiento de pertenencia a la empresa de nuestros trabajadores es un valor que nos envidian mucho".

Con un apellido tan fulgurante se le diría predestinado a ser uno de los directores de una empresa que utiliza el verbo "Vuela" como reclamo, pero Isaac asegura no sufrir mucho cachondeíto al respecto. Bueno, un poco sí: sus amigos en el departamento de Medio Ambiente le apodan cariñosamente Capitán Trueno. En realidad, lo de la estirpe familiar encajaba aún mejor con su ocupación anterior, ésa de la que casi nadie en Metro está al corriente. Ahí donde le ven, Isaac Centellas fue velocista y subcampeón provincial de Madrid en los 100 metros lisos. Entrenaba junto a Alonso Valero y llegó a cubrir esa distancia en 10,80 segundos. Lo suyo, está claro, parece como la canción aquella de Alejandro Sanz: Viviendo deprisa.

Reparte su tiempo entre el despacho de Cavanilles (las oficinas centrales) y el del Centro de Mando, inmensa sala de aspecto futurista que se extiende sobre los andenes de Alto del Arenal, en la Línea 1, aunque casi ningún viajero podría sospecharlo.

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Preside la estancia un panel panorámico de 25 metros de largo donde parpadean todos los vagones que circulan en cada momento por la red. En el extremo contrario, un esquema indescifrable para el profano detalla el funcionamiento de las subestaciones eléctricas. "Si estos señores de aquí están tranquilos, estamos tranquilos todos", confía Centellas.

En el centro de esta peculiar nave de Star Trek, un mural de pantallas ofrece las imágenes que van captando las 4.000 cámaras diseminadas por todas y cada una de las 318 estaciones. Un señor con bigote las observa desde una esquina con gesto de aburrimiento. "Es policía nacional". Mejor que se aburra.

Centellas presume de gestionar un suburbano moderno, con frecuencias de paso óptimas y pocas aglomeraciones. "Claro que es incómoda una ocupación de 3,5 viajeros por metro cuadrado en hora punta", admite el director, "pero esa misma densidad es de seis personas en los metros latinoamericanos y de 11 en los japoneses".

Le ha provocado más de un dolor de cabeza la Línea 6, tan propensa a los cortes de suministro, pero los problemas parecen en vías de remisión. "Estamos instalando una catenaria rígida en toda la línea que evita roturas y enganchones en los cables. Se trata de una patente española, por cierto; en este país aún nos falta creernos más nuestro propio potencial. Es una operación en caliente, a corazón abierto: abordamos reformas importantes sin interrumpir el servicio".

Por lo que lee cada mes en las encuestas, los usuarios le demandan rapidez y tiempos de espera más breves en los andenes, mientras dan por sentado aspectos como la seguridad del viaje. "Es una magnífica señal, claro, pero esa fiabilidad lleva mucho tiempo de trabajo". Todas las líneas, salvo la 2, (cuatro Caminos-La Elipa) disponen de la tecnología ATP (protección automática de trenes, en sus siglas inglesas) para evitar incidencias o colisiones. Parece una dotación elemental, pero no lo es tanto; el metro neoyorquino, sin ir más lejos, sólo dispone de este dispositivo en la mitad de su red.

La mañana sigue tranquila, el móvil no da la tabarra y la reunión del comité ejecutivo, ésa que los seis directores de Metro celebran cada lunes en una mesa triangular del Centro de Mando, aún puede esperar. A Isaac Centellas le preocupa la crisis, como a todo hijo de vecino, pero sabe que el descenso en la "movilidad no obligada" (desplazamientos de viajeros por ocio o compras) no está siendo bajo tierra tan acentuado como en la EMT. "Ni siquiera hemos advertido un incremento significativo en la gente que intenta colarse sin pagar", anota. Y recuerda una carta que le remitió hace poco una emigrante del Este, en esforzado castellano. Pedía disculpas por haber obrado mal y, a modo de expiación, incluía en el sobre 15 billetes sencillos sin usar.

Isaac Centellas en el centro de mando de Metro, en la estación de Alto del Arenal.
Isaac Centellas en el centro de mando de Metro, en la estación de Alto del Arenal.ÁLVARO GARCÍA

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