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Un simbólico abrazo sella la paz entre Beiras y Rodríguez

El Consello Nacional de ayer tuvo mucho de catarsis. Hasta 40 miembros del órgano directivo del BNG pidieron la palabra tras la intervención del portavoz nacional, Anxo Quintana, ya a puerta cerrada, aunque el anuncio de la dimisión y los aplausos que siguieron a su discurso anunciaban que, tras la tormenta de las últimas semanas, al fin llegaba el momento de la calma.

El trago más duro para el BNG en estos días fue el de la Executiva Nacional del jueves, en la que se vivieron momentos de enorme tensión entre dos históricos del BNG: su anterior portavoz nacional, Xosé Manuel Beiras, de Encontro Irmandiño, y el secretario xeral de la UPG, Francisco Rodríguez. Pero la ejecutiva logró cerrar un "documento de reflexión" de consenso sellado por el anuncio de dimisión.

La frialdad presidió inicialmente la relación entre Beiras y Rodríguez. Separados por varios metros de distancia en la mesa de la ejecutiva que presidió el Consello Nacional, evitaron el contacto directo a lo largo de toda la sesión. Partidarios de uno y otro fueron tomando la palabra, en un tono que parecía presagiar desde el primer momento el éxito del que presumió Quintana tras la reunión. "Ha sido uno de los mejores consellos nacionales que ha hecho el BNG en muchos años, me siento orgulloso", declaró. Mientras Quintana pronunciaba estas palabras, lejos de las miradas de los fotógrafos, Beiras y Rodríguez sellaban la paz con un abrazo repleto de simbolismo.

Peligros graves

Las declaraciones de Rodríguez y Beiras tras la reunión destilaron optimismo. El primero hizo hincapié en la "fortaleza" con la que sale el BNG de la reunión de ayer, en la que se "disipó" su "miedo legítimo a que las cosas se tirasen por la borda". Rodríguez dio por "ahuyentado cualquier tipo de peligro grave para la formación nacionalista". "Cuando vi cómo comenzaban las cosas, ese miedo se me fue de la cabeza", reconoció. El líder de UPG destacó el "tono adecuadamente político" que presidió la reunión, lo que "prueba que la organización está montada sobre una experiencia histórica muy fuerte".

Beiras, mientras, no ocultó la satisfacción que le produjo la dimisión de la ejecutiva, que consideró una "entrada en razón" y "contra pronóstico". Se confesó "satisfecho y muy contento" del resultado del Consello Nacional, tras comprobar que la dirección del BNG renunció a "enrocarse". Reconoció que la asamblea de delegados "no se corresponde" con su planeamiento, si bien consideró que la amplia representación prevista sí "recupera el espíritu asambleario de 1982".

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