Braquiosaurio a la vista
En La Rioja, la ruta de los dinosaurios deja a los niños boquiabiertos
Hace muchos, pero muchos, muchos años, algo así como 120 millones de años, en una época denominada cretácico, el actual valle del río Cidacos (La Rioja) era una especie de marisma con abundante vegetación, un paraíso, al parecer, para los dinosaurios, que campaban a sus anchas por ese terreno fangoso. El tiempo iba pasando, los dinosaurios desaparecieron de la faz de la tierra, pero algunas de sus pisadas, sólo algunas, se secaron en el barro y se fueron cubriendo de sedimentos que con el tiempo se transformaron en diferentes clases de rocas. El tiempo siguió pasando y en la tierra hubo movimientos geológicos, años y años de erosión y... ¡voilà! 120 millones de años después, aquí estamos en plena ruta de los dinosaurios en el mismo valle del Cidacos, un viaje apasionante en el tiempo para hacer en familia en el que tampoco faltan buitres leonados y paseos junto al río.
Para meternos en ambiente, lo más aconsejable es comenzar visitando el Centro Paleontológico de Enciso, enclavado en una antigua fábrica de calzado, industria que, junto a la textil, era muy importante en la zona y cuyos rastros más visibles son unas viejas y abandonadas construcciones muy interesantes para los amantes de la denominada arqueología industrial. Pero volvamos al centro paleontológico, donde realizaremos una visita muy ilustrativa y didáctica gracias a unos audiovisuales muy bien realizados y unas explicaciones muy claras. Allí aprenderemos cómo se alimentaban, reproducían, comportaban estos animales, nombres como el Iguanodón, Deinonichus, Ouranosaurus, Psitacosaurus e Hypelosaurus, y conoceremos el apasionante trabajo de los paleontólogos. Tras arrancar o convencer con malas artes a sus hijos para que dejen de ver por quinta vez consecutiva alguna de las pantallas, en las que incluso se oye el sonido que emitían estos enormes lagartos, y conseguir que cierren la boca que llevan abierta desde que comenzaron el recorrido, lo mejor es seguir la ruta y comenzar con el trabajo de campo (por cierto, que puede contratar una guía para que le vaya explicando todos los detalles) descubriendo las huellas fosilizadas, que reciben el nombre científico de icnitas.
Hay muchos yacimientos y muchas huellas por la zona, pero cerca de Enciso están los más espectaculares. A 400 metros, un paseíto, está el de la Virgen del Campo, con 560 pisadas, entre las que se puede observar la persecución de un carnívoro a un herbívoro, seguramente sin buenas intenciones. Pero sin duda lo que más gusta a los niños -y también a los mayores- son las reproducciones de tamaño natural de los bichos en cuestión. Bueno, lo que más gusta excepto a los más pequeños (dos o tres años), que agarrados a la pierna de su madre repiten incesantemente que quieren volver a casa, mientras miran despavoridos a "esos monstruos". En este yacimiento se representa la escena del encuentro entre el carnívoro y herbívoro que antes citábamos.
Otro de los yacimientos que no hay que perderse y que se encuentra a un kilómetro y medio de Enciso es el de Valdecevillo, donde perduran huellas de un posible grupo familiar y existen seis reproducciones a escala. Y hay muchos más rastros que se pueden seguir y así de paso ir descubriendo algunos de los pueblos del valle, todo depende del tiempo que se tenga, pero hay otro lugar destacado en esta ruta, cerca de Munilla, con dos yacimientos a los que se accede por una pista en buen estado. Impresiona porque a lo lejos, en la cima de la montaña pelada, surge la enorme figura del dinosaurio, él solo dominando el paisaje, de amo y señor de estas montañas. Y al tomar la curva, un sonriente Iguanodón da la bienvenida al visitante.
El Mirador del Buitre
Pero ya va siendo hora de volver a este mundo, al presente, con animales de carne y hueso. Optamos por bajar a Arnedillo, uno de los pueblos más importantes del valle del Cidacos, conocido por su importante balneario y con unas mermeladas, La Encineta, riquísimas. La carretera que llega de Logroño juega con el río y las rocas. El valle se estrecha y es justo en la entrada del pueblo, en la garganta del Cidacos, donde se sitúa el Mirador del Buitre y su centro de interpretación, único en Europa (hay uno en Canadá y otro en Israel). Y es que hay muchos, dicen que una población de unos 250 buitres leonados. Basta con mirar al cielo y allí están, volando lentamente, dando sus características vueltas, buscando alimento, aterrizando en las rocas donde han construido sus nidos, dando de comer a sus retoños.
El centro de interpretación se sitúa en el viejo edificio de una antigua cantera. Cuenta con un circuito cerrado de televisión que muestra imágenes de 15 nidos construidos en los roquedos. El visitante podrá observar en tiempo real la actividad de estos depredadores, aparte de conocer sus hábitos y su naturaleza. Y para terminar, un paseíto junto al río, camino de Arnedillo, en busca, por ejemplo, de un restaurante que nos devuelva del todo al paraíso.
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Guía
Dormir
» Casa Rural Casino Munilla (941 39 41 13; www.casinomunilla.com). Roberto Enciso, 8. Munilla. Entrañable casino rehabilitado. La doble, desde 45 euros.
» Hospedería Las Pedrolas (941 39 44 01)
. Plaza de Félix Merino, 16. Arnedillo. De 1760. La doble, desde 90 euros.
» Hotel El Olivar (941 39 41 05). Carretera de Soria, km 62. Arnedillo. Dobles con desayuno, desde 112 euros.
Comer
» La Vinoteca (941 39 40 88). Avenida de Cidacos, 56. Arnedillo. Unos 40 euros.
» Bodega la Petra (941 39 40 23). Avenida de Cidacos, 22. Arnedillo. Platos clásicos en una gruta, desde 21 euros.
Visitas
» Balneario Spa Arnedillo (941 39 40 00; www.balnearioarnedillo.com). Joaquín Velasco, s/n.
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