Ibarretxe sostiene que el PNV liderará Euskadi "sea desde donde sea"

"El único que tiene 30 escaños detrás soy yo". Con esas rotundas palabras reclamó ayer el lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe, su derecho y legitimidad para seguir "al timón del país". Ese encargo, el de seguir liderando Euskadi, es el que entiende que recibió de la sociedad vasca el 1-M y dice que a él se aplicarán él mismo y su partido "sea desde donde sea".

Ibarretxe contrapuso esa posición, que podría leerse como una expresión de voluntad de permanencia en la política, con la del candidato del PSE-EE, Patxi López. De él resaltó que todavía no cuenta más que con los 25 parlamentarios de su grupo, a expensas de que el PP termine dándole los trece votos precisos para la mayoría absoluta, algo que no dudó que vaya a ocurrir. Aunque también mostró su "escasa confianza en que detrás de esos 38 votos vaya a haber un Gobierno consistente con un proyecto consistente".

"No puede ser de nuevo entrar en un escenario de Gobierno débil"

A juicio de Ibarretxe, "la sociedad ha dicho, al PNV y a mí mismo, que lideremos este país los cuatro próximos años", según afirmó en una entrevista en Radio Euskadi, la segunda que concede desde las elecciones. En ella que desveló también una conversación personal con una de sus hijas, que le dijo la noche electoral: "Aita, qué bonito, después de diez años la gente te quiere". Con eso me quedo", afirmó el candidato del PNV a la reelección.

El futuro de Ibarretxe es aún una incógnita, salvo seguramente para él mismo. Con la victoria que ha vuelto a dar al PNV, en una campaña fuertemente personalizada en él, aunque con un mensaje totalmente reconducido por el partido, es difícil que ese futuro vaya a discurrir por un camino distinto al que él mismo se marque.

Si decide permanecer en el Parlamento como jefe de filas del PNV -las incompatibilidades interna impiden a su presidente, Iñigo Urkullu, ejercer ese papel- para optar de nuevo a las siguientes elecciones, el partido no tiene argumentos, al menos en este momento, para negárselo. Su permanencia o su marcha determinarán en buena medida el modo en que el PNV aborde, por primera vez en la historia, su paso por la oposición y también el discurso y el espacio desde los que ese partido prepare la recuperación del poder.

Ibarretxe dijo que el PSE "no es de fiar", ya que habría estado ocultando durante la campaña "la intención de hacer gobierno con el PP", y consideró "un insulto a la inteligencia" que los socialistas invitaran al PNV a su ronda negociadora tras haber rechazado la oferta que les realizó . Esa pretendida segunda cita, valoró, "forma parte del engaño". "Si van a formalizar el pacto [con el PP] que lo hagan cuanto antes ", instó al PSE.

Lo que los socialistas rechazaron, en su encuentro con el PNV y con él mismo la semana pasada, fue "un Gobierno fuerte y rápido, con fortaleza en el Parlamento, que demuestre que podemos acordar entre diferentes y transmita confianza a los sectores económicos y a los trabajadores". "No puede ser de nuevo entrar en un escenario de Gobierno débil", argumentó, en alusión implícita a sus tres mandatos. Ibarretxe ha gobernado en minoría en todos. En el primero tuvo 22 escaños y se apoyó en EA y en la izquierda abertzale. En el segundo tuvo 36 junto con EA y EB y en el pasado la misma alianza tripartita gobernó con 32 y el apoyo externo del PSE para aprobar los presupuestos y los principales proyectos legislativos.

El lehendakari en funciones no aclaró si concurrirá a la investidura y dijo no entender siquiera que se realice tal "reflexión", siendo el candidato más votado. La posibilidad de que finalmente ese hecho no se produzca la abrió el miércoles el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, que dio a entender que sólo habrá candidatura si tiene "visos" de salir adelante porque no haya otra con el respaldo de un número mayor de votos. Es decir, si finalmente fracasara la negociación entre PSE y PP.