Cuestión de supervivencia
Las cuentas de resultados de las empresas están reflejando de forma inapelable los efectos de lo que hoy es ya una recesión económica en toda regla. Conviene descontar los resultados que incorporan algún tipo de beneficio extraordinario -caso de Endesa- y admitir que, en términos generales, las empresas más grandes están soportando mejor la situación... hasta ahora. Pero la recesión se intensificará durante 2009 y las cuentas trimestrales y la anual serán probablemente peores que las de 2008. La pauta de respuesta empresarial a la recesión parece ser la siguiente: están sufriendo fuertes caídas en los resultados las sociedades que se ocupan de infraestructuras, desde luego las inmobiliarias, bienes de consumo duradero y transporte; resisten mejor las que se dedican a actividades de energía, sanidad, telecomunicaciones por supuesto y servicios de seguridad. Resisten mejor, en fin, las empresas menos endeudadas a corto plazo y las que disponen de activos sólidos -es decir, que no están deteriorados o bajo sospecha- para respaldar sus balances.
Mención especial merece el caso de las entidades de crédito porque de la fluidez del sistema financiero depende la evolución de las empresas durante el periodo recesivo actual. La morosidad está aumentando de forma significativa, empujada sin cesar por el aumento del desempleo. La situación más temida, la de que un pronunciado aumento del paro obstaculice la devolución de la deuda de las familias, ya está aquí y amenaza con quedarse durante algún tiempo. Tanto como para desgastar los beneficios de este año. La versión generalmente aceptada es que los bancos sufrirán mermas significativas en sus ganancias, pero que aguantarán el embate de la crisis. Las cajas de ahorros necesitarán probablemente actuaciones de reconversión. Las fusiones y concentraciones son el procedimiento preferido por la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros). Pero quizá sea necesario recurrir en algún caso al Fondo de Garantía de Depósitos. La insistencia del vicepresidente Solbes y del gobernador Fernández Ordóñez en el eufemismo de que "no es descartable" la intervención pública en el sistema financiero revela la irresistible tentación del equipo económico a curarse en salud y su convencimiento de que varias entidades españolas atraviesan por dificultades que tarde o temprano acabarán por aflorar.
Para las empresas, el buen funcionamiento del crédito es la condición inexcusable de supervivencia y recuperación. Sin embargo, para una gran parte de las compañías es muy poco probable que resuciten las condiciones financieras que permitieron el periodo de prosperidad que va desde 1999 a 2007. Durante los próximos dos años al menos el crédito será más caro y exigirá más avales o garantías. Esa es una de las razones por las cuales no es probable un escenario de recuperación en 2010; resulta más prudente suponer que el año que viene sólo se irá atenuando paulatinamente la recesión. Las condiciones de la economía en 2009 son pésimas y forzarán ajustes importantes en algunos mercados. Durante los tres primeros trimestres se agravará la recesión y las empresas tendrán que afrontar un descenso del consumo, quizá de dos dígitos. Las previsiones más optimistas avizoran que, quizá, el último trimestre de este año no registrará una caída del crecimiento respecto al tercer trimestre.
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