Un Woods más perfecto
Tras ocho meses lesionado, El Tigre exhibe más control y un 'swing' menos brusco
Cuenta un amigo de Miguel Ángel Jiménez que se quedó impresionado al ver al golfista malagueño machacarse en el gimnasio antes de un torneo, levantando pesas, fortaleciendo los músculos dorsales en la polea. Pero cuando vio en la misma sala a Tiger Woods, el mito de su querido Jiménez se le cayó por los suelos. "Y mira que Miguel es un bestia, pero lo que levantaba El Tigre... increíble".
Pero la potencia, los músculos de Tiger Woods, no son lo único que ha elevado al número uno del golf mundial a los altares con 14 grandes. Y, desde ahora, no serán su punta de lanza. Woods reapareció ayer en el Mundial Match Play de Arizona después de ocho meses de baja por una grave lesión del ligamento cruzado de la rodilla izquierda. "Y yo no voy a ningún torneo que piense que no puedo ganar. ¿Para qué? Eso no tiene ningún sentido. Aquí he venido con la misma idea con la que juego siempre desde que soy un niño, ganar", zanjó el estadounidense, de 33 años. Es decir, que Woods dejó por el camino al australiano Brendan Jones y la pasada madrugada se enfrentaba al surafricano Tim Clark.
El 'número uno' jugó varios años con sólo el 20% del ligamento cruzado de la rodilla
"He vuelto con la misma idea con la que juego desde que era niño, ganar"
Los dolores, pinchazos en la rodilla reconstruida, le acompañaron durante su primer día. También la sensación de que algo ha cambiado en su juego, como si el Woods de ahora, después del parón, fuera una versión mejorada (¿es posible?) del anterior. El cambio obedece al mimo que ha de poner en su articulación. En 2002, Woods fue ya operado de la rodilla izquierda. Los médicos que le intervinieron entonces para limpiarle la zona le avisaron: "Sólo te queda el 20% de ligamento". Así, pese a todo, ha resistido desde entonces haciendo kilómetros y golpeando la bola desde el tee a 210 kilómetros por hora. Mal no le ha ido. Pero acabó con el ligamento destrozado.
La causa de su lesión degenerativa era también la causa de su increíble swing. Como en cualquier golfista diestro, la pierna izquierda de Woods sostiene todo el peso del cuerpo mientras éste gira. Pero El Tigre hacía trampa: endurecía su pierna izquierda de tal modo que le permitía mover más rápido las caderas y por lo tanto que su swing fuera más veloz y potente. A cambio, el ligamento acumulaba desgaste un golpe tras otro. Hasta romperse. Ganó cojo el Abierto de Estados Unidos de 2008 (entonces ya tenía que doblar ligeramente la rodilla), un torneo que los médicos le pidieron que borrara de su agenda. Pero Woods, insaciable, quería apuntarse su grande del año. Lo hizo en el desempate y luego se retiró al quirófano a reinventarse. Ahora ha vuelto, puede que con un swing más humano, menos brusco, pero con más control en su juego corto. "Mi putt ha mejorado", avisó.
Entre los cactus y la arena de Arizona, en su modalidad fetiche, el Match Play (ganó el Mundial en 2003, 2004 y el año pasado), Woods dejó su tarjeta en el primer hoyo: birdie. Alardeó con un eagle en el hoyo 13. Y se fue a poner la pierna en alto con hielo para aliviar el dolor. "Cabía esperar los dolores", explicó, "pero golpeé la bola muy bien. Me he sentido como si nada hubiera cambiado, como si estuviera en mi propio mundo, midiendo el viento, decidiendo qué golpe dar... Pensaba que estaría más nervioso en el primer tee, que me costaría más coger el ritmo, pero no fue así. Durante estos ocho meses he canalizado toda mi competitividad en mejorar cada golpe, en hacer un entrenamiento perfecto. Cada día ha sido un paso más, un progreso hacia la luz".
En su retiro, Woods ha homenajeado a Charlie Sifford, el primer golfista negro que entró en el circuito americano, bautizando a su hijo con el mismo nombre. Si sigue adelante en el torneo, le espera un maratón de duelos hasta el domingo. Puede que demasiado para su nueva rodilla. El golf, las cadenas televisivas, los patrocinadores, le esperaban sin embargo con los brazos abiertos. Las emisoras estadounidenses alternaron incluso sus imágenes en Arizona con las del presidente Barack Obama en su discurso en el Congreso. Y la multitud, claro, le persiguió por el campo.
Mientras, dos partidos por detrás, Sergio García desfallecía en el sprint con el surafricano Schwartzel. El español ya celebraba la victoria, con dos hoyos de ventaja a falta de tres por disputarse, cuando le entró la pájara y perdió el duelo en el golpe final. García fue uno de los 11 cabezas de serie que cayeron en el primer día. También fue eliminado Álvaro Quirós, por el canadiense Ames, y se salvó Jiménez, que batió a Sabbatini.
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