Arquitectura mágica

Si las ciudades reales fueran así, la vida sería igual de dura pero mucho más estética. Las urbes de Anna Sanchis (Valencia, 1967), crecidas al calor de su boom creativo, tienen algo de planeamiento urbanístico mágico y mucho de una arquitectura de belleza irreal. Cientos de piezas de escayola imantadas dan relieve a planchas de acero para poblar de rascacielos el espacio, delinear con calles el espacio habitable de la imaginación y hacer soñar, cada espectador a su manera, con las posibilidades que ofrecen esas ciudades inventadas por la artista valenciana. Las ciudades mutan además sus sombras y reflejos al pulso de los días forzados por una luz caprichosa que no sigue el ritmo circadiano de los humanos. La misma Ciutat somiada de perfiles duros al mediodía de la iluminación cruda se vuelve acogedora en la penumbra de la noche que se desploma apenas un minuto después. En Laberint, todo el horizonte es hormigón, y Cullera habla de un futuro no muy lejano.