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Crónica:Ciclismo
Crónica
Texto informativo con interpretación

El temperamento de Contador

El ciclista gana su primera carrera del año y muestra que está mejor que el pasado

Carlos Arribas

La primera caída grave, contra una tapa de alcantarilla, en el Giro del Trentino hace casi diez años, dejó a Paco Mancebo sin dientes, lo que tuvo curiosas consecuencias. Una foto de ganador en el Peyresourde en una Ruta del Sur en la que no se sabe qué tiene más fuerza: su puño en alto o su boca desdentada, exhibición de mellas. Corría sin prótesis porque unas semanas antes, en una carrera en Asturias, se le cayeron en un momento de esfuerzo. Tuvo suerte. Como era en un circuito, la segunda vez que pasó por allí, un espectador que las había recogido del suelo se las devolvió.

El sábado por la noche, Mancebo volvió a caerse, un hecho al que está ya acostumbrado, pero que, aunque no le reporte ya curiosas consecuencias, le sigue resultando doloroso. Se cayó al tropezar su bicicleta con una piedra camino del Rose Bowl de Pasadena durante la penúltima etapa de la Vuelta a California. Mancebo, que pedaleaba feliz con el maillot rojo de rey de la montaña y un décimo puesto asegurado en la general, quedó inconsciente y se rompió un pulgar. Había ganado la primera etapa y en la contrarreloj de 20 kilómetros sólo había perdido 6 segundos con Lance Armstrong, lo que dice tanto de las carencias del tejano resucitado como de la tenacidad y resistencia al dolor del de Navaluenga.

Mancebo se rompió la mano en California tras dejar sólo 6s a Armstrong en la crono
"Esto no ha sido un mensaje para Lance", dice Contador. "Él es mi compañero"

Mientras el tejano continuaba con la búsqueda e identificación de sensaciones perdidas tras tres años de ausencia del ciclo básico del ciclismo por etapas, cansancio, sufrimiento, recuperación, su compañero de equipo, Alberto Contador descubre, en provecho propio, la clave del yudo, cómo la fuerza del rival es también su condena cómo el estruendo que acompaña toda acción de Armstrong aumenta, en la misma proporción, su propia tranquilidad. En California ganó Levi Leipheimer, el tercero del equipo, el más fuerte, en teoría, en febrero, aunque hace un par de semanas, durante la concentración en Santa Mónica, su pueblo, sufriera para aguantar el ritmo de Contador, el escalador que llega incluso donde Bahamontes no pudo en las ascensiones.

A Contador, que seguirá hasta el Tour un programa muy estudiado -carrera de una semana, descanso de 15 días, carrera, descanso, carrera, descanso, París-Niza, Vuelta a Castilla y León, País Vasco, hasta abril, descanso en mayo y retorno en junio con la Dauphiné Libéré antes del Tour-, le dicen en el equipo que vaya tranquilo, que no necesita ganar nada, que no tiene que demostrar nada. "Pero eso son consejos de corredor frustrado, la prudencia del ex ciclista fracasado", dice el médico del Astana, Pedro Celaya, señalándose a sí mismo. "Su cabeza, como la de todos los artistas, la de todas las personas dotadas de un talento extraordinario, es un pozo insondable en el que los normales no podemos descender. Vive en un mundo aparte. Su temperamento hace otros cálculos. Y casi siempre acierta".

A Contador le dijeron que fuera tranquilo en la Vuelta al Algarve, su primera competición del año en el que buscará su segundo Tour, y en la primera etapa dura, con un final en alto, terminó segundo y quejándose: "Es una pena que la carrera no haya sido lo suficientemente dura hasta el pie del puerto. No he podido hacer diferencias". Las diferencias las hizo Contador, que no pasa por ser un especialista, el día siguiente, el sábado, en una contrarreloj de casi 34 kilómetros, un maratón larguísimo para el mes en que se disputó. Salió convencido y con unas ganas tremendas, como el día en que defendió el maillot amarillo del Tour del asalto de Cadel Evans y Leipheimer. Rodó de una manera increíble, aunque, dado que aún no está al 100% de forma, a veces le costaba mantener el ritmo. Ganó. Dobló a uno como Rubén Plaza, un especialista. Dejó atrás a Bert Grabsch, actual campeón del mundo; a David Millar, que lo fue en su momento; a Sylvain Chavanel, el mejor de los franceses.

"Va mejor que el año pasado", dice Celaya. En 2008 comenzó chocando ante Valverde y un error de información en la Vuelta a Murcia, aunque luego ganara Castilla y León, País Vasco, Giro y Vuelta, carreras en las que cultivó su signo de distinción, la doble línea del moreno en sus brazos, la distinta longitud de los maillots de líder y los del equipo. "Cada día tiene más nivel. No sé dónde va a parar...". Celaya habla de la campana de Gauss, la curva estadística que encierra el rango de normalidad de cualquier lista de valores: "Pero Contador se sale de la campana. Es el error estadístico".

Pero Contador, de 26 años, piensa diferente. Más simple. "Yo sólo me dedico a ir a las carreras y, si gano, mejor, porque eso es lo que me gusta, correr en bici", dice; "y, desde luego, esto no ha sido ningún mensaje para Armstrong. Él es mi compañero".

Alberto Contador, tras doblar a Plaza en la contrarreloj del Algarve.
Alberto Contador, tras doblar a Plaza en la contrarreloj del Algarve.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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